¿El nuevo milagro mexicano?

Por Gustavo de Hoyos Walther

México tiene una gran oportunidad de convertirse en una de las diez mayores economías del mundo si aprovecha la coyuntura internacional actual. El año pasado México creció más que España y hoy está muy cerca de rebasar a Corea del Sur y Australia. Incluso algunos advierten que podríamos superar a Rusia en 2024, para integrarnos de lleno al top 10 de las economías mundiales.

No sería la primera vez que esto sucedería. Este fue el caso entre 1999 y 2003, durante los últimos años del Presidente Zedillo y los primeros del Presidente Fox.
Las razones que explican el posible ascenso económico de México son, sobre todo, de orden internacional. En primer lugar, la pandemia afectó las cadenas de distribución que se habían consolidado por años y que integraban el flujo de comercio de China y otros países asiáticos al mercado estadounidense. Inmediatamente, tanto líderes empresariales como analistas económicos y financieros, comenzaron a hablar de la relocalización de empresas hacia lugares más cercanos a Estados Unidos. México y Canadá fueron los primeros que fueron citados como ejemplo de naciones que podrían beneficiarse. Entre los dos, México era y es visto como el país con mayor potencial para reemplazar a China como el mayor proveedor del mercado estadounidense, debido a su parecido a la economía china.

En segundo lugar, se encuentra la guerra en Ucrania, que tuvo el efecto inmediato de cerrar la economía rusa a los mercados occidentales y que también dislocó ciertas cadenas de producción, así como el mercado de energía. Sin duda, México se ha beneficiado del alto precio del petróleo a raíz del conflicto entre Ucrania y Rusia.

En tercer lugar se encuentra una razón de tipo doméstico. El gobierno mexicano decidió no incurrir, después y durante la pandemia, a una política neokeynesiana de aumento al gasto público. Esto no fue una reacción muy solidaria con las empresas y personas que sufrieron por la pandemia, pero evitó que la inflación se descontrolara. A esto también ha contribuido las altas tasas de interés que el gobierno está pagando a los inversionistas.

Pero el país no debería cantar victoria muy temprano. En realidad, el gobierno mexicano se ha tardado en reaccionar a las oportunidades presentes y sólo recientemente anunció una serie de facilidades fiscales para empresas que quieran relocalizarse en México con el fin de abastecer primordialmente al mercado del vecino del norte. Esto, sin duda, es una decisión que apunta en el camino apropiado. No obstante, al parecer existe la preocupación de que estas medidas, tal como fueron especificadas en el decreto presidencial, pudieran violar disposiciones contenidas en el T-MEC. Ahora el gobierno tendrá que asegurarse de que este no sea el caso.

Lo cierto es que México debe hacer mucho más para reorientar su política industrial hacia el nuevo paradigma económico en el que nuestro país podría integrarse de una manera más profunda al mercado de América del Norte. Esto podría ser la decisión de mayor relevancia estratégica en los últimos años. Esperemos que se tome con la mayor responsabilidad y audacia.