Un peligro para Baja California y México

UN PELIGRO PARA BAJA CALIFORNIA Y MÉXICO

Gustavo de Hoyos Walther

Desde incluso antes de su triunfo en las elecciones del 2018, el presidente López Obrador hablaba de que, en cuanto llegara al poder, su gobierno se abocaría a la tarea de separar el poder económico del poder político.

Se trataba –y se sigue tratando– de un eslogan sin idea. Como es su costumbre, el presidente nunca le ha dado contenido a esa frase ni ha esclarecido de qué se trata. Lo que sí hemos visto, desde el inicio de su gobierno, es lo que podríamos del impulso de un «capitalismo de amigos». Según parece, aquellos empresarios que se plieguen a su voluntad y nunca lo critiquen podrán prosperar, mientras que los que se muestren independientes y autónomos serán sojuzgados. En esto, el modelo obradorista no se diferencia mucho del de Rusia bajo la égida de Putin.

Llámesele como se le llame a esto, lo cierto es que una cosa es verdad: la separación del poder político del económico no es una característica del obradorismo.

El asedio del presidente a los empresarios que no le gustan lo han llevado a tomar decisiones arbitrarias y acciones injustas que pueden tener graves consecuencias económicas para la prosperidad de muchas regiones del país. Un botón de muestra es suficiente para ilustrar el punto.

Hace unos días, López Obrador anunció que, mediante un acuerdo suscrito con la gobernadora de Baja California, se prohibirá de manera definitiva que una parte del agua del municipio de Mexicali pueda ser utilizada con fines industriales.

El acuerdo, sin embargo, parece tener dedicatoria. Recordemos que, desde hace tiempo, el presidente inició una campaña en contra de la empresa cervecera Constellations, que culminó en un demagógico referéndum en el que supuestamente una minoría de bajacalifornianos dijo No a la instalación de la cervecera, lo que llevó a que López Obrador revocara sus permisos.

La decisión tiene graves implicaciones para la economía de Baja California y manda un ominoso mensaje a los empresarios y a la población en general de que el Estado puede, a partir de decisiones arbitrarias, detener el desarrollo de diversas comunidades en México.

El presidente llegó incluso a comentar, en un mensaje público televisado, que la razón principal para no dotar de agua a empresas cerveceras era que sus productos eran de exportación, en particular al mercado estadounidense. Las palabras del presidente deben ser entendidas como lo que son: un mensaje ominoso contra la industria exportadora mexicana, que por cierto incluye también al sector agroalimentario exportador, que utiliza agua en grandes cantidades.

El daño que ha causado este régimen al país es gigantesco. A pesar de que la economía ha mejorado –en muy buena parte por razones ajenas a él, como las remesas de nuestros compatriotas en el exterior y la recuperación de la economía estadounidense– el sexenio muy probablemente terminará con un crecimiento menor a los sexenios pasados.

Hoy es el municipio de Mexicali el que ha sido atacado por el presidente, pero mañana pueden ser otros lugares los que resulten afectados.

Se sigue confirmando lo que muchos hemos observado desde hace tiempo: que López Obrador es ciertamente un peligro para México.