La tragedia de Acapulco

LA TRAGEDIA DE ACAPULCO

Fernando Hinterholzer Diestel

Destrucción, inundaciones, rapiña, 39 muertos y 4 desaparecidos (cifras oficiales, debe haber muchas más), miles de personas sin un techo para dormir, y miles de millones de pesos en daños a la infraestructura acapulqueña, es el trágico saldo del devastador huracán “Otis” en Acapulco. Pero lamentablemente no es la fuerza de la naturaleza, la causante de que una depresión tropical se haya transformado rápidamente en un súper huracán categoría 5. Somos la humanidad entera la responsable de la catástrofe hidrometeorológica sucedida el pasado miércoles en costas guerrerenses. Los habitantes del “planeta azul” somos los responsables de los desastres ocurridos en nuestro planeta en los últimos 50 años. Y todo por el cambio climático. Los científicos del clima tienen más de dos décadas señalando el ecocidio que provocamos al medio ambiente que, de no detenerlo, sucederían catástrofes en diversas partes del planeta. Cuántas veces hemos escuchado que las ciudades costeñas se inundarán, y no podrían habitarse nunca más. O que la fuerza de fenómenos naturales como los huracanes se multiplicarían y todo a causa del calentamiento de los mares. Por un lado, sequías e incendios. Por el otro, diluvios y aluviones. El planeta Tierra lamentándose por el cambio climático que es el resultado de la actividad económica de ocho mil millones de seres humanos. Inverosímil que todavía existan personajes de la política, que nieguen el cambio climático y sus consecuencias. México es uno de los países más vulnerables al cambio climático. “Entre 2000 y 2022, 6.2 millones de mexicanos fueron afectados por tormentas tropicales y huracanes, 2.5 millones fueron impactados por sequías y 3.6 millones fueron asediados por inundaciones, de acuerdo con el informe publicado por un grupo de científicos estudiosos del cambio climático en septiembre de 2023”.

La devastación en Acapulco es total. El puerto y sus alrededores están destruidos. La tragedia destrozó a la ciudad más habitada e importante de la entidad guerrerense, en donde más del 40% de sus ingresos forman parte del PIB estatal. El efecto a las finanzas será terrible, con miles de desempleados del sector turístico, las pequeñas y micro empresas también cerradas, será un verdadero caos en la economía local. La magnitud del desastre también ha exhibido, la incompetencia de las autoridades locales y estatales y ha rebasado a los equipos de rescate que se encuentran en la zona. La falta de recursos y logística adecuada han complicado la tarea de llegar a las zonas más afectadas, y la preocupación crece por los sobrevivientes atrapados en medio de esta catástrofe. El huracán tomó a las autoridades desprevenidas ante un fenómeno de esta magnitud y no reaccionaron con oportunidad. El impacto del meteoro, categoría 5, empieza a mermar ya la popularidad de López Obrador en Guerrero a quien han señalado como “omiso” (acuérdate de Ayotzinapa María bonita) por considerar que subestimó la fuerza del meteoro y no encender las alarmas de peligro con tiempo. Muchos opinadores, le reclaman su poca sensibilidad frente al riesgo que significaba el huracán. También en su fallido traslado por tierra a Acapulco, sabiendo de antemano no iba poder a pasar, y claro sus adversarios políticos lo percibieron como “un montaje para ganar simpatías en horas trágicas”. Lo que se reclama, y se exhibe es que una tragedia como la ocasionada por Otis lo convirtió la 4T y su líder, en un acto más de propaganda gubernamental, en lugar de atender la emergencia. Los expertos coinciden en que 18 mil millones de pesos, no van a alcanzar para poner de pie a Acapulco y los otros cinco municipios afectados.  Me atrevo a pronosticar: Otis no sólo provocó destrucción y muerte, sino también que se va llevando una parte de la popularidad de López Obrador.

La falta de aviso de una alerta temprana, por parte de las autoridades federales de Conagua y de los sistemas de Protección Civil tanto nacional como estatal, no indicaron el grave peligro que representaba este huracán, que ya desde el martes por la mañana había subido a categoría 1 y se preveía que tocara tierra por la noche en Acapulco, hizo que los daños fueran mucho mayores y cuantiosos y que se tomara totalmente desprevenida a la población y a los turistas que seguían vacacionando mientras se acercaba ya el peligroso ciclón. El meteoro “Otis” ha puesto al descubierto “otra imagen del desmadre que se vive” en el gobierno de López Obrador. Sin embargo, la respuesta ante la tragedia pintó de cuerpo entero a una administración desordenada, ineficiente, improvisada y una nula capacidad para aplicar protocolos de actuación en situaciones de emergencia.

La destrucción de la infraestructura ha dejado a miles de familias sin agua, luz, alimentos ni medicinas. La gente está desesperada ante la falta de respuesta oficial, el hambre y la rapiña se han desatado por doquier. Los saqueos y disturbios se dieron en supermercados y tiendas, y no robaban por malicia, sino por hambre. Y seguramente por el temor ante la certeza de que no habrá empleos durante mucho tiempo. La presidenta municipal brilló por su ausencia y por su ineptitud, al igual que la gobernadora. Y el gobierno federal ha impedido que ingrese la ayuda humanitaria, argumentando que primero debe hacerse un censo de daños. La destrucción que causó “Otis” en Acapulco puso en evidencia al gobierno federal en sus tres órdenes, todos ausentes. La tragedia ocasionada por el huracán será recordada por la devastación, pero sobre todo por evidenciar a la 4T con su presidente, “ocupado en la grilla electoral”, quedo pasmado e inerte ante los graves daños a la población civil, en el puerto.

Las facturas de todo ello se verán pronto. Si los acapulqueños no son atendidos con viviendas, infraestructura, servicios públicos, agua alimentos, servicios de salud entre otras necesidades, y solo reciban grilla política y las fantasías palaciegas, seguramente escalarán sus protestas al nivel electoral. En Acapulco hay enojo y frustración. Los desórdenes y saqueos que vimos después de lo ocurrido, dan cuenta del hartazgo y la falta de una autoridad que ponga orden, ayude y gobierne. Ya veremos cómo le va a Morena en Guerrero, el próximo junio del 2024. Desde el inicio del “régimen obradorista”, los fondos para enfrentar los desastres naturales disminuyeron a menos de la mitad. En 2018, el Fondo Nacional para la Atención de Desastres Naturales (Fonden), tenía 41 mil 400 millones de pesos; para el ejercicio 2023, tienen solamente 13 mil 702 millones, se redujeron un 67%, la reconstrucción de Acapulco costará 15 mil millones de pesos aproximadamente, que hará el presidente para calmar a los aguerridos guerrerenses, las migajas de los programas asistenciales no servirán para nadita la cosa, ante casi medio millón de personas que se quedaron sin vivienda (220 mil con daños), sin empleo, sin nada. ES CUANTO

ADENDDUM:  urge que México invierta más para revertir la realidad climática que ya nos llegó. Hay que utilizar sistemas de alerta temprana, infraestructura resiliente, hay que reforestar los manglares que protegen de marejadas, sobre todo, acelerar la transición a energías limpias. La prevención es la única manera de protegernos ante furias climáticas cada vez más devastadoras. Hay que tomar consciencia antes de que sea tarde, el futuro de la nación está en juego.