La baja estofa de Martha G. Martinez

Palabras Claras
Silvano Bautista

La decencia, la moral y la buena reputación deberían ser requisito fundamental para cualquier persona a un puesto de elección popular, o de la administración pública, pero como no lo son se aprovechan de esta situación cualquier personaje sin escrúpulos. Si así fuera, la diputada con licencia Martha Guadalupe Martínez Ruiz, jamás habría llegado a la diputación local.

La baja estofa de la diputada en mención quedo en evidencia en menos de una semana en dos ocasiones, al menos hasta donde se sabe. (La expresión de baja estofa es la adecuada para indicar que algo o alguien es de baja calidad o condición, en este caso de moral).

La primera fue cuando su suplente Mabel López la exhibió ante una veintena de medios de comunicación acusándola de pedirle “moche”. De exigirle hasta el 70 por ciento de su salario para permitirle continuar en una curul al interior del congreso local. Pese a la cobertura, la señalada guardó silencio. Mostro una cara dura propia de los políticos cínicos y sinvergüenzas y hasta donde se sabe “calla como momia”, guardo silencio como ostra.

La segunda, fue la filtración de un audio donde exige a su chofer, o exchofer el pago de la unidad vehicular que éste conducía de Simojovel a Tuxtla cuando sufrió un accidente vehicular. El conductor, que sufrió graves lesiones y que le valió varios días de hospitalización, por encima de su calvario físico, sufrió el acoso de la legisladora, que le exigía el pago de los daños causados al vehículo en cuestión. En el audio filtrado a diversos medios de comunicación se escucha como Martínez Ruiz exige a su chófer que si no todo, pero que, al menos, una parte de la pérdida económica, ya que ya había pasado mucho tiempo y no tenía respuesta de este.

Tan solo estos dos hechos desnudan la realidad de esta legisladora. La pregunta acá es ¿Cuantos casos más similares habrá al interior del Poder Legislativo? Y que no se conocen, que no salen a la luz pública, quizá por complicidad, por acuerdos, o por temor.

Esto debería suponer una vergüenza para la legisladora verdeecologista porque lo más importante para un político es su vida moral como persona, que mil promesas que haga como candidato.

En este tema es importante insistir en una nueva clasificación para los políticos, porque el pueblo en este nuevo contexto aprecia más la moral de un político, que sus planteamientos ideológicos. Pero de eso, la diputada con licencia no tiene ni la más remota idea.

Tan deteriorada está su imagen, que se hace imprescindible dar una nueva clasificación a políticos como los de su tipo. Hay políticos, escasos, pero los hay, que cultivan sus valores de vida que son: la verdad, la justicia, la libertad, la paz, la armonía y la vida, y aquellos que no cultivan dichos valores, y es ahí donde entra en esa clasificación Martha Guadalupe Martínez Ruiz.

Es decir, «si un político pone en acción sus valores de vida ya mencionados, teniendo la verdad como bandera, su moral se asentará sólidamente y obtendrá una alta calidad de vida Moral»; cosa que nunca podrá lograr la “diputada pide moches”.

Esto debe de servirnos para alertarnos, que la crisis Moral política, es demasiado preocupante por cuanto nuestro futuro se pone cada vez más dramático, porque no vislumbra nada bueno para salir de esta crisis moral, y sobre todo, porque los partidos políticos, sea de izquierda, derecha, centro u otras denominaciones, constituyen pilares fundamentales del sistema democrático, pero que no lo llevan a cabo como tal.

Este tipo de comportamiento moral de los políticos se ha incrementado al extremo que la ciudadanía en general, tienen un concepto pésimo de estos y sus miembros, y los ven como grupos que solo persiguen el poder para saciar sus intereses corruptos, y mantenerse en el gobierno solo para salvaguardar los intereses políticos y económicos de un grupo minoritario. Y de ello, forma parte la “diputada pide moches”.