El T-MEC en peligro

EL T-MEC EN PELIGRO

Gustavo de Hoyos Walther

Uno de los cambios notables en las ciudades mexicanas en los últimos años es la presencia de autos de origen chino en sus calles y avenidas. Esto es algo nuevo y habla del gran crecimiento industrial experimentado por China. Lo normal antes era la circulación predominantemente de coches japoneses, europeos (principalmente franceses y alemanes) y, por supuesto, estadounidenses.

Visto en abstracto, se pensaría que esto es positivo para México, pues se está expandiendo el catálogo de socios comerciales.

Como sabe cualquier interesado en el asunto, hay un recrudecimiento de la rivalidad económica (crecientemente política y militar) entre Washington y Beijing. Como resultado de esto el gobierno estadounidense ha impuesto una serie de restricciones a sus importaciones de productos chinos.

Esta política ha tenido cierto efecto y ha ocasionado que México haya reemplazado a partir de 2023 a China como principal exportador al mercado estadounidense.

Esta situación abre la posibilidad de que México pueda ampliar su infraestructura industrial para reemplazar a Asia en la exportación de productos de alto valor agregado como los semiconductores. Hasta ahora lo que ha sucedido es el establecimiento de compañías de Asia en México –incluyendo las chinas– que buscan acercarse al mayor mercado del mundo. Esto no es necesariamente negativo.

Por ahora el problema es que el gobierno mexicano está aprovechando que China tiene un acceso al mercado mexicano para introducir productos cuyo propósito no es el consumidor final, sino que sirven como valor agregado a productos finales que se manufacturan en México y luego se exportan a Estados Unidos.

En particular, esto está ocurriendo con las exportaciones chinas de acero y aluminio, materias primas para la producción de automóviles. Operando desde el 2020, el T-MEC establece que un determinado porcentaje de valor agregado en las mercancías intercambiadas en el mercado común debe originarse en cualquiera de los tres países signatarios. Sin embargo, al parecer hay evidencia de que estas materias primas de origen chino se están presentando como si fueran de origen mexicano. Si este fuera en verdad el caso, podríamos decir que el gobierno obradorista pretende engañar a las autoridades aduaneras de nuestro vecino del norte.

El potencial negativo de esta situación no debe ser menospreciado, ya que pudiera llevar, como lo ha alertado el semanario The Economist, a una guerra comercial entre México y Estados Unidos.

Se diría que el superávit comercial que tiene México respecto a Estados Unidos es algo virtuoso. Pero ese pudiera no ser el caso. Un déficit muy alto en la balanza comercial de Estados Unidos con México podría llevar al gobierno estadounidense a cancelar el T-MEC en 2026, sobre todo si Trump triunfa en noviembre. Esto sería desastroso para la economía mexicana.

Ante esta realidad y este escenario, lo prudente sería establecer conversaciones honestas y de buena fe con nuestras contrapartes en Washington para aclarar posibles malentendidos. Debe quedar claro que la relación prioritaria de nuestro país es con Estados Unidos, aunque sin menoscabo de nuestras buenas relaciones con países como la misma China.