Chiapas y su economía social

EStructural

Fidel Yamasaki Maza

Detonar el desarrollo económico es incrementar la producción de bienes y servicios, su productividad y mejorar la distribución del ingreso bajo un esquema de creciente economía formal. México y Chiapas vienen padeciendo una tendencia de incrementos en su economía informal: 56% en la tasa de informalidad laboral (TIL) a escala nacional y para la entidad chiapaneca, el 76%.

Chiapas mantiene un persistente bajo ingreso de las personas y familias, por laborar en la informalidad y con una economía con mayor absorción laboral en el sector agropecuario (9 de cada 10 trabajadores), con el inconveniente de participar mayoritariamente en agricultura de subsistencia. Entonces es entendible que la pobreza laboral del estado abarque el 67% de su población y que el 28% padezca el nivel extremo, la indigencia.

No obstante, al tamaño del rezago se tienen significativos avances en la superación de la pobreza laboral entendida como el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al valor monetario de la canasta alimentaria. Desde una optimista postura y con ánimo constructivo, se sostiene que lo fundamental en Chiapas es detonar su desarrollo económico y mejorar los niveles de bienestar de su población y la razón es de compromiso político y de ética de responsabilidad de sus gobernantes bajo una perseverante formula de esfuerzo conjunto ente sociedad y gobierno.

La estrategia en el frente productivo debe sustentarse en la “Economía Social” para atacar la baja del ingreso mediante el impulso al crecimiento económico, la productividad y la incorporación a un régimen de economía formal que promueva y facilite los emprendimientos micro, pequeños y medianos. 

Para ello, urge nuevas políticas que permitan mitigar la pesada carga que hoy representa la tributación fiscal, la seguridad social y la vivienda del trabajador a emplear y hacerlo de una forma más ligera y ágil para que los emprendimientos tengan estímulos a una mayor absorción laboral formal, se expandan y contribuyan al crecimiento económico sano, generador de empleo formal y contributivo a una distribución progresiva del ingreso.

En el frente del desarrollo humano y social y considerando los graves niveles de marginación y exclusión, es imprescindible una intervención gubernamental “Integral, Complementaria y Concertada” con acciones objetivas, con evidencia técnica del tipo de rezago a superar, con transparencia y rendición de cuentas. 

Se requiere reexaminar los programas de desarrollo productivo y social en ejecución, asegurar su complementariedad en la participación de los gobiernos estatal y municipal y así evitar la dispersión y segmentación de los recursos públicos y, en particular, los frecuentes actos de simulación con fines clientelares y electoreros. 

Ya es tiempo de frenar tanta fragmentación del recurso público bajo el pretexto de apoyar a los más necesitados: la ciudadanía reclama ética de responsabilidad de los gobernantes y autentico compromiso democrático: la arena electoral se gana con legitimidad apabullante bajo una “Agenda de Buen Gobierno” (Tony Blair).

La participación ciudadana, hoy con base en tantas calamidades de gobernanza, tienen en el país una creciente organización, cada vez más activa y cada vez más exigente y esa construcción ciudadana no pueden negarla la clase política, ni puede pretender avanzar en sus proyectos personales de representación social o de encumbrarse en el poder, sin tener presente a las organizaciones de la sociedad civil. 

La señal es inequívoca, impulsar la economía social para combatir la pobreza y lograr impactos favorables en su superación. Se tiene que asumir los principios de “Integralidad, Complementariedad y Concertación” para el diseño y ejecución de las políticas públicas en materia productiva que sustente el desarrollo humano y social.

No hacerlo es incurrir en la misma limitación, seguir haciendo las mismas cosas para obtener los mismos resultados, ahora con una ciudadanía en hartazgo político y reclamante de logros reales, ante un panorama de pobreza creciente, desigualdad social anclada y oportunidades limitadas.