VÉRTEBRA POLÍTICA
Francisco Gurguha
CARRILLA ARTICULAR
“Es imposible desperdiciar una hora de vida si estás encima de la silla de montar”: Winston Churchill, político, militar, escritor y estadista británico que se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y nuevamente de 1951 a 1955 por parte del Partido Conservador… Y ya entrando en calor, fíjese amado lector que los primeros relatos de cría y domesticación de caballos fueron registrados a mediados del año 3500 a.C., en la región que hoy pertenece a Kazajistán… Las investigaciones arqueológicas permitieron suponer que el primer antepasado del caballo vivió hace más de 50 millones de años… O sea, desde entonces, los cuacos, las bestias, los corsos, palafrenes, jacos o como se les conozca, forman parte de la vida cotidiana del ser humano… La historia de los caballos está relacionada con la evolución de los equinos, la domesticación y la relación con las sociedades humanas… Los caballos más populares en el mundo son aquellos que se utilizan en carreras, salto y doma, o que son representativos de algún personaje histórico… De hecho, muchos de ellos han sido mitológicos o populares… No sé mucho de historia universal (ni de bestias) pero es bien sabido que los caballos más conocidos son Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno; Marengo, el caballo blanco de Napoleón; Othar, el caballo de Atila, el huno; Cincinnati, el caballo del general Ulysses S. Grant; Orispelo, un caballo del emperador Maximiliano I de México; Inyan, el caballo de Crazy Horse, el famoso caudillo indio lakota; y de allí podemos enlistar a otros como Rocinante, el escuálido caballo de Don Quijote de la Mancha; Plata, el caballo del llanero solitario; el caballo de Troya, el caballito de la feria, el caballito de mar, el caballito del tequila; el caballo que se imaginan y quién sabe cuántos más… El chiste es que hasta en la Biblia el caballo juega un papel importante, no menos que el burro que cargó a María, pero más emblemático por su belleza y fidelidad para con sus dueños… Ya en los albores de nuestra tierra los caballos están ceñidos a la cultura y a la tradición, también como simbolismo y patriotismo ineludible… A México se le distingue por la charrería; en el mundo no puede haber un mexicano para un extranjero que no lleve dicha indumentaria montado de un corcel… Es pues, otra ropa, otra piel… El caballo es verso y es prosa… Es canción… Es para muchos pasión, vida y hasta muerte.. Es el caballo de patas blancas con herradura de acero de Antonio Aguilar… El caballito de palo, de Juanito Farías… O el caballito de piloncillo… En Chiapas, como en el resto de México, un caballo es mejor que un chucho, y no por lo que represente físicamente, sino porque se ha llegado a comprobar que es más fiel que un canino… Ha sido referente de historias, cuentos y novelas… Por ejemplo, “A caballo entre milenios”, de Fernando Savater, se hunde en la búsqueda apasionada de la carrera de caballos ideal; el autor recorre el mundo desde Buenos Aires a Dubai, desde San Sebastián a Hong Kong y Tokio, sin olvidar los grandes hipódromos clásicos de Kentucky, Epsom o Longchamp… Busca algo que nunca encuentra porque la perfección no existe, pero su felicidad es innegable cuando habla de las bellezas equinas que compiten en los hipódromos en medio de frenetismo y el fanatismo de una élite de no tan fácil acceso… Todo esto me lleva a aterrizar a mi pueblo; o sea, acá, a mi aldea, donde hace unos días el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar sometió al escrutinio público la prohibición de las carreras de caballo y las de gallo como un método para reducir la violencia generada en el gobierno del pasado… Su propuesta tiene esos matices… No habla de otra actividad… La charrería no sufriría por esta determinación si llegara a concretarse el plebiscito que pretende el gobernador de la pacificación pakal… Quizá la bronca sería para los galleros que de eso viven… Las carreras podrían ser mejor reguladas localmente, porque, a partir del decreto que crea la Comisión Nacional de Carreras de Caballos en 1943, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho, se creó posteriormente un Reglamento Nacional de Caballos Pura Sangre con 310 artículos que data de 1964 que contempla todas estas formas de llevar a cabo eventos ecuestres, pero cada estado es diferente y sus momentos o circunstancias peor aún… De allí la necesidad de “frenar” por el momento al “Señor de los caballos” y a los fanáticos que se volvieron famosos en el sexenio pasado con su violento grupo denominado “Cuatro letras” y que trajo a Chiapas terror y miseria… “Contrario a sensu”, en el gobierno de Manuel Velasco Coello la charrería se volvió indumentaria política, se promovieron las cabalgatas y hasta se volvió competencia mostrar el mejor caballo entre los funcionarios de su gabinete y alguno que otro alcalde, legislador y embebido fan del oropel sexenal… Digo, me tocó ver cómo hasta Enoc Hernández Cruz, periodista, abogado, ex alcalde de San Cristóbal, ex diputado local y ex líder de un partido satélite, aparecía montado en un caballo pura sangre como sacado de la Alta Escuela Domecq, cuando en su vida lo máximo que montó fue chuchos y cochis en su natal Jiquipilas, pero su destino político lo sacó de pobre y lo llevó a sentirse el británico Sir Gordon Richards… Eso sí, ataviado de un traje de charro de gala, como salido de la casa Versace y unas botas de cuero de hormiga león de la mismísima Australia… O El Señor Fox, gran fanfarrón quien ahora trae la crin entre las piernas por su negro pasado que le sopla ahora insistentemente una visita temporal al Amate… Bueno, el chiste es que mientras que en el gobierno del Meco se promovió la caballería, en el de Rutilio el Meteorólogo surgió un hombre, a quien hizo su compadre e íntimo amigo, amante de los caballos, de las carreras y de las apuestas fusil en mano y guarros fuertemente armados en su derredor… Allí se perdió el ropaje charro y de paso la promesa de volver a ver las pasarelas de los fantoches compitiendo por el tlatoani de la vanidad supina o de la virilidad a prueba… A decir verdad, todos se escondieron bajo las piedras, muchos huyeron dejando sus ranchos y propiedades en manos de los nuevos dueños del estado, quienes no sólo trajeron carreras de caballo clandestinas sino una violencia jamás vista, misma que dejó desolación y muerte de arriba abajo, de norte a sur y de frontera a frontera… Trajeron pura sangre, pero no en raza de caballo sino con la violencia desmedida… Bajo la complicidad del ex mandatario, los feudos del terrorismo hicieron de las suyas y, lo que antes fue paz de pronto se volvió calvario… Y justo en ese intransigente instante sexenal, “El Señor de los caballos” se sintió el dueño de las carreras y los palenques de gallos, apostando a quedarse en “una plaza ajena” tras haber recibido las llaves de la ciudad para operar impunemente… Pero los tiempos nos vuelven a dar la oportunidad de rectificar y de pedirle perdón a Dios por no haber alzado antes la voz cuando fue necesario… Hoy, Eduardo Ramírez Aguilar trae una política de redención, de reposicionamiento de la paz, de reconstrucción social pues… Y no importa si para ello se tienen que cerrar temporalmente algunas formas de conducta aldeana… El bien colectivo es superior… Es mayor… Rebasa cualquier círculo social o estrato minúsculo que pelee por todos cuando no representa a nadie (en cifras reales)… Por ello la raza debe ser contundente en la respuesta “para no echarnos para atrás”, como dice Eduardo el gobernador, porque la pacificación del estado es tarea de todos… En las urnas todos votaron para darle la confianza al nuevo mandatario… Hoy requiere la identidad de cada sufragio o la revelación en su defecto, pero ya basta de tibiezas… Entonces, si el tema va por allí, ¿para que buscarle bigotes a Velasco Coello o cojones a Rutilio?… Así de sencillo… Y no me vengan que ahora todos son rancheros y compiten en las carreras de caballo, cuando en el inframundo rural lo único que existen son charritos montaperros… Y HASTA AQUÍ… ¡UUUFFF!…