Del gasto al desastre

A ESTRIBOR

Juan Carlos Cal y Mayor

DEL GASTO AL DESASTRE

Lo que faltaba. La historia económica está llena de advertencias que los gobiernos suelen ignorar. Una de las más claras nos llega desde países que han fracasado estrepitosamente: gastar por encima de los ingresos del Estado y financiarlo con emisión monetaria es una receta infalible para el desastre. Fue la fórmula que aplicaron los gobiernos de Echeverría y López Portillo, cuando la economía se desplomó como un castillo de naipes. México parece estar transitando de nuevo por esa ruta, con los ojos bien cerrados, a bordo del Tren Maya… y con billetes recién salidos de la imprenta.

DEUDA, DÉFICIT Y AHORA IMPRESIÓN

Primero se aprobó un déficit presupuestal récord de más del 4.9% del PIB, el mayor desde 1989. Luego, la deuda pública se disparó hasta alcanzar un techo histórico que rebasará los 16 billones de pesos: 6.8 billones más desde 2018 a la fecha. Y ahora, como si algo faltara en esta receta explosiva, el Banco de México reporta un incremento del 53% en la impresión de billetes en solo un año.

¿A qué se debe tal aumento? A los pagos en efectivo por parte del gobierno: pensiones para adultos mayores, apoyos por el huracán Otis, y pagos a proveedores del Tren Maya, entre otros. Programas y proyectos que, lejos de financiarse con ingresos fiscales sanos, están siendo cubiertos con papel moneda impreso a marchas forzadas. Banxico tiene la facultad exclusiva de producir efectivo, pero únicamente para cubrir las necesidades normales de circulación y sustituir billetes deteriorados, no para financiar al gobierno. Pero basta con ver los retiros en los cajeros del Bienestar para comprobar que es ahí donde se refleja dicha emisión.

BANXICO: ¿GUARDIÁN O CÓMPLICE?

Conviene recordarlo: el Banco de México tiene el mandato constitucional de preservar el poder adquisitivo del peso. Su función principal es controlar la inflación, no ser la caja registradora del gobierno. Imprimir billetes sin un respaldo económico real es una forma encubierta de financiar el gasto público, algo expresamente prohibido desde la reforma de 1993 que garantizó su autonomía. Pero si el gobierno presiona con pagos masivos en efectivo y Banxico responde imprimiendo sin cuestionar la demanda real de dinero, estamos ante una peligrosa violación al espíritu constitucional. No se trata solo de técnica monetaria, sino de principios. Y no está de más recordar que AMLO nombró a cuatro de los cinco integrantes de la Junta de Gobierno del banco central.

EL CAMINO ARGENTINO

Así comenzó la catástrofe económica de Argentina: con déficits fiscales estructurales, populismo presupuestal, subsidios sin control, deuda creciente y, finalmente… inflación. El dinero perdió valor porque el gobierno decidió imprimirlo como si fuera una solución mágica. Hoy, los argentinos pagan esa irresponsabilidad con una pobreza estructural del 57% y una inflación anual que superó el 200% en 2023.

En México aún no llegamos a ese punto, pero los síntomas ya están ahí. Aumentar la circulación de billetes sin respaldo productivo solo infla el dinero, devalúa el poder adquisitivo y, en última instancia, castiga más a los pobres… a quienes se dice proteger.

LA TRAMPA DEL POPULISMO MONETARIO

La lógica es sencilla: si el gobierno gasta más de lo que recauda, y no hay financiamiento externo suficiente ni crecimiento económico real, la salida rápida es pedirle al banco central que imprima billetes. Pero esa salida es tan falsa como peligrosa. La impresión excesiva de dinero es una forma de impuesto encubierto: licúa los ahorros, encarece la vida y devalúa el ingreso.

Peor aún si esos recursos van a parar a proyectos opacos, sin control de calidad ni retorno económico, como el Tren Maya o las transferencias discrecionales en efectivo. No hay país que aguante una economía basada en gasto clientelar y dinero recién impreso.

ENTRE MALABARES Y MAQUINITAS

Que Banxico haya incrementado la emisión de billetes debería ser noticia de primera plana, no una nota perdida en medios digitales. Es un síntoma claro de que se están haciendo malabares para sostener un modelo económico insostenible, y que la “maquinita” de hacer dinero ya está en marcha.

México colocó bonos por 6,800 millones de dólares en los mercados internacionales, con vencimientos en 2032 y 2038, aprovechando la alta demanda de inversionistas. Aunque la operación permitió refinanciar deuda y reducir presiones de corto plazo, advierte un patrón preocupante: el uso recurrente de bonos como solución inmediata puede convertirse en una forma de aplazar los problemas estructurales, acumulando compromisos a futuro que limitan el margen fiscal del país.

¿Dónde quedó la promesa de austeridad republicana? ¿Dónde el respeto a la autonomía del banco central? La realidad es que se ha preferido hipotecar el futuro a cambio de sostener un presente artificialmente controlado. Es el precio de la popularidad que tanto se presume.

EL PRECIO DEL AUTOENGAÑO

La ruta está marcada, y no es nueva. País que gasta sin control, imprime billetes y cree que puede vencer las leyes económicas con propaganda… termina quebrado. Lo advirtieron los economistas liberales, lo sufrieron los pueblos de América Latina. Y ahora, todo indica, toca a México aprenderlo de nuevo por las malas. Ya lo vivimos antes.

Porque la inflación es como una fiera: cuando la sueltas, ya no obedece. Y el deterioro económico, una vez iniciado, es muy difícil de revertir sin dolor. Pero ahí vamos, como si nada. Repartiendo billetes nuevos, celebrando obras faraónicas y pretendiendo que imprimir y regalar dinero es gobernar.