Por Alfonso Grajales
Otra vez, ¡otra pinche vez! Cancelaron la licitación para comprar medicamentos porque había “irregularidades graves” que sumaban —agárrate— 13 mil millones de pesos en sobrecostos. Y todo por el seis por ciento de las claves. O sea, si eso fue el seis por ciento, imagínate el mugrero completo. ¿Y sabes qué es lo más canijo? Que ya ni nos sorprende. Ya ni hacemos coraje, ya nomás decimos “ah, otra más”.
La Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno fue la que apagó el fuego (o mejor dicho, le echó agua al desmadre) y dijo: se cancela todo, esto no jala. ¿La razón? Fallas técnicas, adjudicaciones sin justificar, ilegalidades aquí y allá, y una joyita más: Birmex no tiene ni la capacidad para hacer esto bien. Y aquí hay que explicar algo, porque muchos nomás oyen “Birmex” y no saben ni qué tranza.
Birmex, o Biológicos y Reactivos de México, es una empresa del gobierno federal —sí, estatal, de las que dependen directamente del presidente en turno— que se encarga de producir, importar y distribuir medicamentos y vacunas para el sector público. Supuestamente, está diseñada para garantizar el abasto de insumos médicos en todo el país. En papel, suena bonito. En la práctica… bueno, ya viste el desmadre.
Y ahora la presidenta Sheinbaum anda diciendo que, si se confirma corrupción, igual y se animan a castigar a alguien. ¡Órale! ¿Ahora sí? Porque no se nos olvide que el mismísimo AMLO decía que el sistema de salud mexicano ya estaba “mejor que el de Dinamarca”. Ajá. Pues aquí tienes tu Dinamarca: licitaciones tiradas, desabasto en los hospitales y gente que se nos muere sin sus medicinas. Pero no, seguro es culpa de Calderón o del copetón de Peña Nieto. O de los neoliberales. O de los periodistas que ya no reciben su mochada o “chayo”.
Ya no pueden voltear pa’ atrás. Ya no hay “gobiernos anteriores” a quien echarles el muertito. Morena va para dos sexenios al mando y este relajo ya es 100 por ciento cosecha propia. ¿Dónde están las promesas de transparencia, de eficiencia, de honestidad valiente? En la misma caja donde están guardadas las medicinas que nunca llegaron.
La Secretaría de Salud jura que el abasto está garantizado. Ah, sí, claro. Lo dicen desde una oficina con aire acondicionado y cafecito caliente. Pero en los hospitales la historia es otra: médicos haciendo milagros, pacientes esperando tratamientos como si fuera rifa, y familias con el Jesús en la boca. Porque mientras ellos patean la licitación pa’ después del 21 de abril, la enfermedad no se detiene. El cáncer no espera a que Birmex se ponga las pilas.
Y ahí está la sociedad civil, las ONGs, los activistas, gritando que esto es una tragedia con uniforme de trámite. Que hay vidas en juego. Que no pueden seguir haciéndole así. Pero ¿qué hacen los de arriba? Se lavan las manos y se esconden detrás de un “no fue nuestra intención”. ¡Ay, nanita! ¿Y de qué sirve la intención si la ejecución es una mentada de madre?
¿Y la industria farmacéutica? Canifarma dice que no hubo corrupción, nomás falta de experiencia. Como si la inexperiencia justificara el desorden. Como si no supieran que jugar con la salud es jugar con fuego… y con la muerte.
Así que la pregunta es simple: ¿cuántos se van a morir por esta irresponsabilidad? ¿A cuántos más les van a decir “no hay medicamento” mientras en las altas esferas se avientan culpas como si fueran papas calientes? ¿Qué tiene que pasar para que este gobierno, que tanto cacarea su honestidad, empiece a responder por sus chingaderas?
Nos leemos pronto.
Ojalá con medicinas.
Y sin pretextos.
ESPINACAS
Por Popeye
Prometieron salud de primer nivel,
y entregaron un sistema cruel.
Hoy faltan fármacos, sobra cinismo…
y el ‘mejor que Dinamarca’ se fue al abismo.
¡Seco el elotazo…!