Violencia hacia el hombre

Por Carlos Hiram Culebro Sosa*

“Rata de dos patas, te estoy hablando a ti…”, “Farsante, descarado, sinvergüenza…”, “tres veces te engañé…”, son frases de famosa cantante recientemente fallecida.  La razón de citar esas expresiones es porque denotan una actitud francamente anti masculina.

Aunque la mayor de las veces la violencia se dirige hacia el sexo femenino, se dan casos en que el hombre es la víctima. 

A pesar que el dato que se cita a continuación no es reciente, no deja de ser significativo que según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de las denuncias registradas en 2015, casi un 25% correspondió a hombres que fueron maltratados por sus parejas. 

La violencia contra el varón ocurre en el medio intrafamiliar, en el noviazgo o institucional, entre las otras modalidades que también se dan en la mujer; sin embargo, difiere de lo que ocurre con las damas en cuanto a sus causas, consecuencias y espacios en que se da. Un ejemplo de esto último es la violencia sexual que se explica a continuación.

La violencia sexual contra el hombre, ignorada en la legislación de muchos países, el suscrito la ha escuchado en bromas sobre mujeres exageradamente exigentes con sus cónyuges durante la noche. Una variante son las experiencias sexuales no consensuadas, pero curiosamente no se le considera como un acto de violencia. Otra modalidad es la violación generada por hombres hacia hombres en los sistemas penitenciarios, que se favorece al no aislar a los depredares sexuales. Sobre esto último, es evidente que la capacidad física instalada de las cárceles la mayor de las veces no permite esa necesaria separación.

Con base en la experiencia profesional de quien esto escribe, una modalidad frecuente es la violencia psicológica mediante enfermedades –reales o ficticias- que la consorte reporta exagerando o mintiendo sobre sus síntomas, que le permite un control absoluto de su pareja. 

Otra variedad de lo antes referido son supuestos intentos de suicidio que ella se provoca haciéndose ligeros cortes en sus venas cuando escucha el ruido del auto en que viene su pareja o tomado una cantidad moderada de somníferos cuando él está llegando a casa, entre otras formas.

La violencia que se analiza la mayor de las veces se engloba dentro de la violencia doméstica, aunque algunas veces el ofensor es otro varón, como ya se ha descrito. 

Algunos estudiosos del tema cuestionan el acuerdo generalizado de que ningún tipo de violencia que se ejerza contra el hombre es violencia de género, al establecerse que ésta únicamente es aquella dirigida a una mujer, siempre que el hecho sea perpetrado por un hombre.

El autor de este artículo supone que los caballeros que son víctima de violencia doméstica y quizá de cualquier otra naturaleza son más reacios que las damas para comunicarla y solicitar apoyo; quizá porque el estereotipo de masculinidad se asocia al rol de ser dominante, fuerte y valiente. Por ello, a los arrebatos hacia el sexo masculino también se les denomina violencia silenciosa. Factores que favorecen la no denuncia es por un sentimiento de vergüenza, dificultad para ser creído por la autoridad, negación del problema y -en algunos homosexuales- temor a tener que reconocer su identidad sexual.

Víctimas del tema que se ha descrito pueden solicitar ayuda en el Centro de Atención Ciudadana La Línea de la Vida, llamando al Tel. 800 911 2000, disponible las 24 horas los 7 días de la semana.

*Catedrático del Instituto Superior de Estudios de Enfermería del Estado de Chiapas