CHIRAS PELAS
Por Alfonso Grajales Cano
Donald Trump se levantó este 2 de abril, se peinó como siempre (con moco de gorila y ego de dictador), se paró frente a las cámaras y declaró el “Día de la Liberación”. ¿Liberación de qué, mi Trump? ¿Del sentido común? ¿De la estabilidad global? ¿De la lógica económica? Porque lo que hiciste, compita, no fue liberar nada… fue patear el tablero de la economía mundial.
Anunció con bombo, platillo y patriotismo barato una serie de aranceles brutales: un 10% parejo a todas las importaciones, 34% a China, 46% a Vietnam, 25% a Corea del Sur, 20% a la Unión Europea, 24% a Japón, 26% a India, y sí, hasta a Taiwán, su “cuate democrático”, le encajó un 32%.
México y Canadá quedaron exentos… por ahora. No porque nos quiera mucho, sino porque seguramente anda ocupado armando su siguiente berrinche. Esto es como el narco que no te extorsiona esta semana, pero ya te avisó que está en la colonia.
¿Y cómo reaccionó el mundo? Pues como cualquiera cuando lo cachetean sin previo aviso: con coraje, con nervios y con ganas de regresarla. China ya avisó que va a contraatacar. Brasil aprobó su ley de “ojo por ojo comercial”. Europa pidió “diálogo”, como siempre, con su tono diplomático de “no queremos guerra, pero nos estás colmando el plato”. Australia, con toda la cortesía que los caracteriza, dijo que esto “no es lo que hace un amigo”… Y es que claro, nadie esperaba que el primer madrazo viniera del güey que se dice tu aliado.
Y mientras el mundo entra en pánico, los mercados se fueron de espaldas. El S&P 500 cayó más de 3%, el Nikkei japonés bajó 2% y los inversionistas andan en modo “¡sálvese quien pueda!”, escondiendo sus billetes en donde no les caiga la próxima tormenta arancelaria.
Pero Trump, encantado de haberse conocido, sigue en su burbuja naranja. Él cree que con aranceles va a traer de vuelta los empleos, la industria, la gloria americana, pero lo único que va a traer es inflación, desempleo y un desmadre económico que no va a entender ni su gabinete.
Este no es el “Día de la Liberación”, es el Día del Desmadre Comercial Internacional. Y el peor error sería subestimarlo: lo que empieza como una “medida nacionalista” se convierte en una cadena de fregaderas que revienta economías enteras. Y a Trump, eso le vale un reverendo cacahuate. Mientras él pueda gritar “¡América primero!” y echarle la culpa a China, todo va bien.
Y que quede claro: el problema no es que Trump no entienda el mundo… el problema es que el mundo todavía lo está dejando jugar con él. Nos leemos pronto.
ESPINACAS
Por Popeye
Proclamó libertad con puño cerrado,
y le prendió fuego al mercado.
El mundo cayó, Wall Street tembló…
y él feliz, porque hizo “lo que prometió”.
¡Seco el elotazo…!