Periodistas bajo ataque en Tapachula

PERIODISTAS BAJO ATAQUE EN TAPACHULA

Alfonso Grajales Cano

En Chiapas ya no hace falta que te disparen los malosos para ponerte en la mira. Ahora basta con que una página chafa de Facebook llamada “Noticias Chiapas al Rojo” suba tu foto, te invente nexos con el crimen y te prenda la mecha del miedo. Así, sin pruebas ni madre, 18 periodistas de Tapachula aparecieron de un día para otro en una publicación que los acusa de estar “al servicio” de una organización criminal.

¿Y cuál fue la fuente de tan fina investigación? ¿Algún expediente judicial? ¿Una filtración seria?

¡Nel! Fue el clásico chisme cobarde disfrazado de “periodismo ciudadano”, publicado desde una cuenta que nadie fiscaliza, pero que puede poner en riesgo la vida de cualquiera con solo dar “publicar”.

Los compañeros periodistas reaccionaron como se debe: alzaron la voz y exigieron a las autoridades que no se hagan pato. Dijeron, con todas sus letras, que esto no es libertad de expresión, es terrorismo digital. Y tienen toda la razón: cuando estás en Chiapas, una zona donde los cárteles se pelean hasta las piedras y la ley anda más desaparecida que los desaparecidos, un señalamiento así no es un juego. Es un tiro indirecto, una amenaza disfrazada de nota.

¿Y las autoridades? Pues se tomaron la molestia de… verlo desde la barrera. Hasta ahora no hay detenidos, no hay rastreo de IP, no hay nada. Eso sí, el CPJ (Comité para la Protección de Periodistas) ya se pronunció, porque desde fuera del país parece importar más la vida de un reportero mexicano que desde dentro.

Pero vamos siendo honestos: esto no es nuevo, nomás es más descarado. En Chiapas ser periodista es andar cargando el rosario en una mano y el celular en la otra. Y no para grabar, sino para avisar por WhatsApp si no llegas a casa.

¿El objetivo de estas publicaciones? Fácil: sembrar miedo, callar bocas, apagar plumas. Porque lo que molesta no es el periodista que miente, sino el que le dice la verdad a la gente.

Así que no se trata solo de defender a los 18 que fueron exhibidos como carne de cañón. Se trata de defender el derecho de todos los que se la rifan en la calle, en la sierra, en la frontera, en las redacciones sin aire acondicionado, porque el periodismo no se hace desde el escritorio con aire y guaruras, se hace con huevos y con verdad.

Ya estuvo suave. O se ponen las pilas las autoridades, o lo siguiente que vamos a ver no serán publicaciones difamatorias, sino esquelas.

Nos leemos pronto… si no nos toca salir en alguna página anónima antes.