¿Para dónde va México?

A ESTRIBOR

Juan Carlos Cal y Mayor

¿PARA DÓNDE VA MÉXICO?

Me dice mi amigo Javier Guízar que lee con interés mis artículos y me felicita por ellos. He hablado recientemente sobre el debate de Donald Trump y Joe Biden, así como de las elecciones en Francia donde la “derecha” acaba de ganar por primera vez la primera vuelta electoral y puede alcanzar mayoría parlamentaria en la segunda. Eso obligaría a Emmanuel Macron a nombrar como primer ministro a Jordan Bardella, el carismático líder de Agrupación Nacional el partido de Marine Le Pen con apenas 29 años de edad. Me interesa porque desde mis estudios profesionales he sido internacionalista. Porque además me intriga la geopolítica ya que finalmente sus reacomodos en un mundo globalizado tienen repercusiones mundiales, incluso locales. 

LA IZQUIERDA

Hace apenas tres años América Latina se tiñó de rojo con los resultados electorales. Lula volvió al poder por tercera ocasión derrotando a Bolsonaro y en Chile ganó Gabriel Boric, un joven militante de la izquierda cuyo liderazgo surgió de los disturbios en 2017 en Santiago de Chile por el aumento al precio del transporte. A eso hay que sumar la alienación del llamado Grupo de Puebla (antes foro de Sao Pablo) que reunificó a todos los partidos de izquierda en Latinoamérica sin distingo, ni distancia de dictaduras como las de Cuba y Venezuela. Izquierdas moderadas, izquierdas que van camino a nuevas dictaduras y dictaduras consolidadas que financian a sus pares para seguir por el mismo camino. No se olvide que el socialismo, a decir de Marx, es la dictadura del proletariado y no un modelo dispuesto a alternar en el ejercicio del poder con otras expresiones ideológicas. 

Con el triunfo de López Obrador se replantearon nuevos objetivos en la OEA que había suscrito la llamada Carta Democrática obligando a elecciones libres y democráticas a sus integrantes, y no a esos simulacros como sucede en Nicaragua donde se ha instalado la dictadura de Ortega o ahora en Venezuela donde Maduro recién sacó a la mala de la contienda a la opositora María Corina Machado y pretende perpetuarse en el reinado heredado por Hugo Chávez que ya lleva 25 años en el poder.

¿EN QUE NOS AFECTA?

A todo esto ¿en qué nos afecta a los mexicanos todo eso que pasa en otras partes del mundo? Se pensará que, en nada, pero no es así. El predecible triunfo de Donald Trump significará un endurecimiento de la política migratoria norteamericana que ve a México y su frontera sur, es decir, Chiapas, como una coladera por donde a diario pasan multitudes de migrantes sin control alguno. Siempre ha existido esa situación, pero con este gobierno se ha agravado dada la ambigüedad con que se maneja nuestra política migratoria. Ahora es notable la presencia de migrantes que deambulan por las calles en nuestro estado y en todo el país, mismos que ya se instalaron en estacionamientos de centros comerciales, incluso en áreas abiertas de locales comerciales vacíos. 

CIERRE DE FRONTERAS

Ahora que llegue al poder, Trump cerrará definitivamente la frontera norteamericana y comenzará expulsar hacia nuestro país a migrantes al por mayor dejándolos a su suerte. Se van a tener que quedar en México y más temprano que tarde se volverá un problema serio cuyas consecuencias comenzaremos a padecer. Así está pasando en Estados Unidos y Europa que enfrentan serios conflictos por la displicencia que permitió el éxodo de millones de migrantes arrojados de sus países. Esa es la consecuencia del fracaso de las políticas en materia económica implantados por sus regímenes autoritarios enquistados en el poder. 

LAS DEMOCRACIAS LIBERALES

Por eso es importante estar al pendiente de lo que pasa en otros países. Para la izquierda empobrecedora ha resultado cómodo dejar salir a millones que buscan cobijo y empleo en países desarrollados. Les tiene sin cuidado que se vaya la gente porque les significa menos bocas que mantener además de remesas que ayudan a sostener a los parientes que se quedan. Dólares que canjean sus gobiernos para apenas intentar medio mantener sus balanzas comerciales. Un choque civilizatorio que amenaza la armonía social y la subsistencia económica de occidente, en síntesis, la supervivencia de las democracias liberales.

LA GUERRA COMERCIAL

La guerra comercial entre China y los Estados Unidos es otro factor que incide colateralmente en nuestro país. Sin pensarlo, las grandes trasnacionales en busca de mano de obra barata hicieron crecer las economías orientales y ahora ya empoderadas desarrollan sus propias industrias y tecnologías que comercializan sus productos en el mundo entero y con ventajas competitivas sobre las otrora grandes economías en las que no se ha encarecido la mano de obra, sino que peor aún escasea debido al decrecimiento poblacional. Vivir en ellos se ha vuelto caro debido a la gentrificación que ha concentrado a la población en las grandes urbes. 

AÑOS LUZ

Día a día están perdiendo las ventajas competitivas que los empoderaron y ahora suman el agravante de la invasión migratoria que busca los avanzados beneficios de una generosa política social que era posible en la abundancia pero que ya no lo está siendo tanto ahora dadas las cargas impositivas que cada día son mayores. Aun así, hay años luz de distancia entre la calidad de vida que ofrecen a sus habitantes comparadas con otras regiones del mundo donde la mayoría de la población sigue sobreviviendo en condiciones precarias y premodernas.

LA EXPECTATIVA

Ahora que viene el cambio de gobierno, que no de régimen, con el arribo al poder de Claudia Sheinbaum, la gran expectativa no solo de buena parte de la sociedad sino de los propios mercados y nuestros socios comerciales, será conocer el rumbo y la orientación de las directrices que habrá de tomar en materia económica. Si construir el llamado segundo piso será seguir con el dispendio irresponsable de los recursos públicos, si lo que quieren es garantizar la lealtad de sus clientelas electorales que los llevaron al triunfo, si no van a reparar en que las necesidades son infinitas pero los recursos son finitos, no habrá dinero que alcance, van a quebrar al país. 

Si de lo que se trata es de cuidar nuestra relación con nuestros vecinos y socios comerciales y generar condiciones para seguir atrayendo capitales. Si se quiere fomentar y estimular la inversión y el libre comercio con mejores escenarios para que se siga generando riqueza y consecuentemente empleos mejores remunerados, entonces será otra cosa. Por eso deben medir muy bien lo que van a hacer con el poder judicial. Si no hay certeza jurídica, no habrá seguridad patrimonial. Así no vamos a llegar a buen puerto…