México, el país que se sigue pudriendo

MÉXICO, EL PAÍS QUE SE SIGUE PUDRIENDO

Alfonso Grajales

En México, uno ya no sabe qué apesta más: si el ganado pudriéndose por el gusano barrenador o la indolencia de las autoridades que, como siempre, llegan cuando el muerto ya huele.

Resulta que el gusano ese —una larvita jijaesuchi que se mete en heridas abiertas y se come la carne de su huésped—, regresó al sureste del país. 

Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo… todos de cabeza porque sus reses, sus caballos, sus cerdos y hasta sus perros ya están bajo ataque. ¿Y qué hicieron nuestras flamantes autoridades? Pues lo de siempre: primero hacerse las occisas, luego prometer que ya merito, y mientras tanto, dejar que la plaga barrenara también la esperanza de los hombres del campo.

Dicen que el gusano barrenador había sido erradicado hace más de treinta años. Que México era “país libre de gusano”. ¡Ajá! Pero como todo lo que se presume en este país, era más promesa que realidad. 

Bastó un descuido, una omisión aquí, una austeridad mal entendida allá, y mira nomás: hoy tenemos no solo animales muertos, sino ya un ser humano infectado. Porque claro, cuando el problema se deja crecer, no respeta especies ni fronteras.

¿Dónde estuvo la Senasica todo este tiempo? ¿Dónde estuvo la Secretaría de Agricultura? ¿Dónde demonios estuvieron los gobiernos estatales que vieron venir la nube de moscas y pensaron que era lluvia de bendiciones? 

No fue hasta que el problema se desbordó —como herida abierta sin atender— que salieron con su “plan emergente”: lanzar moscas estériles (mampas, les dicen) para frenar la plaga. Un plan que suena bonito en los micrófonos, pero que en la práctica avanza más lento que burro con hueva.

Los ganaderos ya tronaron. Están perdiendo millones. Están perdiendo animales que no son solo animales: son su vida, su patrimonio, su comida. Pero claro, ellos no votan en bloque ni llenan mítines, así que para el gobierno no son prioridad. 

Que aguanten vara, ¿no? Total, ¿qué son unas cuantas cabezas de ganado para un gobierno que presume “transformaciones históricas” mientras el campo se les desangra en silencio?

Y no, no exagero. Cuando un campesino pierde su ganado, pierde la escuela de sus hijos, pierde la salud de su familia, pierde hasta la dignidad de seguir luchando. Porque el hambre también barre, también estigmatiza, también mata. 

Y ahí andan ahora las autoridades, armando “mesas de diálogo”, “comités de seguimiento” y “campañas de concientización”, cuando lo que se necesita son acciones reales, inmediatas, a ras de tierra, no discursos para el aplauso fácil.

El gusano barrenador no solo está pudriendo al ganado. Nos está mostrando, otra vez, lo podrido de un sistema que siempre ve al campo como un folclore bonito para la postal electoral, pero que no le importa un carajo cuando toca ensuciarse las botas.

Hoy hay animales agonizando, hay campesinos desesperados, hay un país que se desangra… y hay un gobierno que apenas, apenas, se está despabilando.

El gusano barrenador volvió, la indiferencia, esa, nunca se fue.

Nos leemos pronto.

ESPINACAS

Por Popeye

El gusano revienta la carne y el suelo,

y el gobierno responde mirando al cielo.

Mientras el campo se pudre de horror…

ellos siembran excusas… y cosechan dolor.

¡Seco el elotazo…!