México, donde todo pasa y nadie hace nada

MÉXICO, DONDE TODO PASA Y NADIE HACE NADA

Alfonso Grajales

En México pasan cosas todos los días. Te matan, te roban, te estafan, te enfermas, te botan del trabajo, te clavan impuestos, te desaparecen un familiar y, aun así, sigue siendo el país del no pasa nada.

Y no es que no nos importe, es que nos enseñaron a aguantar vara. A tragar camote con sonrisa. A decir ya ni modo mientras el país se prende fuego. Nos convertimos en expertos del aguante. En campeones del “pues así es aquí”. En fanáticos del “Dios proveerá”, mientras los políticos se dan vida de reyes con nuestros impuestos.

Nos acostumbramos al caos. A vivir con miedo y a salir a trabajar como si nada. A ver un cuerpo tirado y pensar “en algo andaba”. A cruzarnos de brazos cuando desaparece una mujer más, porque “de seguro se fue con el novio”. A ver noticias de corrupción y apagar la tele con un “todos son iguales”.

Y no. No todos son iguales. Pero en México, al que sí levanta la voz lo callan, lo persiguen o lo entierran. Aquí el que grita incomoda. El que exige estorba. Y el que se pone al brinco pela gallo.

Las redes sociales están llenas de indignación. Todos opinan, todos se quejan, todos se encabronan, pero solo desde la comodidad del celular. Porque ir a protestar, firmar una denuncia o exigir justicia da flojera. Mejor quejarse con un meme.

Y mientras tanto, los políticos felices. Saben que pueden robar, mentir, traicionar y luego grabarse bailando, y todo se olvida. Porque en México, el escándalo dura lo que un caballito de tequila. Aquí no hay memoria.

Nos acostumbramos a todo. A los feminicidios, a los desaparecidos, a los narcos gobernando municipios enteros, a los hospitales sin medicinas, a las escuelas sin maestros, a los jueces vendidos, a los policías peinando, a los empresarios lavando y a los presidentes viajando como si fueran estrellas de rock. ¿Y nosotros? Nosotros nomás milando como el chinito y diciendo “no pasa nada”.

¿Y sabes qué es lo más cabrón? Que sí pasa. Todo pasa. Lo que no pasa es la dignidad. Esa sí se quedó atorada en alguna elección, en alguna despensa, en alguna promesa incumplida.

Porque México no está así por casualidad. Está así porque lo dejamos estar. Porque preferimos agachar la cabeza antes que partirle la madre al sistema. Porque votamos con el estómago, no con la cabeza. Porque nos tragamos los discursos chafas como si fueran el último tamal de chipilín del universo.

Y luego decimos “no hay de otra”. ¡No mames! Siempre hay de otra. Lo que no hay es valor para tomarla.

Así que, mientras sigamos diciendo “no pasa nada”, seguirá pasando todo. Y nosotros, felices, viendo cómo se nos cae México a pedazos mientras calentamos la tortilla con la flama de la resignación.

Nos leemos pronto.

ESPINACAS

Por Popeye

Nos matan y nadie responde,

la justicia nomás se esconde.

México se parte en dos…

y el pueblo aplaude… ¡por Dios!

¡Seco el elotazo…!