LA MIGRA EN HORARIO ESTELAR
Alfonso Grajales
México prendió la tele para ver el fut y terminó viendo a la migra cazando paisanos en plena transmisión nacional. Así como lo lees. Mientras tú te servías unas papitas y esperabas el segundo tiempo, ahí estaba Kristi Noem, secretaria de Seguridad gringa, lanzando un mensaje más agresivo que patada al tobillo: “Los criminales no son bienvenidos. Serán cazados y deportados”. Así, sin disimulo y sin pedir permiso.
Y todo esto no fue por accidente. Fue una campaña bien planeada, bien pagada –con 200 millones de dólares, por si se andaban preguntando– y colada en los canales mexicanos con subtítulos, musiquita de suspenso y a todo volumen. La televisión mexicana vendiendo espacio para que nos humillen en cadena nacional.
¿Dónde quedó la dignidad, compas? Porque una cosa es que los gringos traigan su show antiinmigrante allá en su tierra —lo han hecho desde siempre—, y otra muy distinta es que lo vengan a transmitir aquí, como si estuviéramos obligados a aplaudirles. Como si nuestro territorio fuera su patio trasero publicitario. ¡No chinguen!
La presidenta Claudia Sheinbaum alzó la voz, y qué bueno. Dijo que esto viola los derechos humanos y anunció que va a reformar la ley para prohibir la propaganda extranjera en medios concesionados. Bien. Pero ¿de veras no sabían lo que se estaba transmitiendo? ¿O se hicieron los que no vieron nada hasta que ardió la red? Si fue lo primero, muy mal; pero si fue lo segundo, peor.
Desde Gobernación y el Conapred salieron a decir que los mensajes son discriminatorios, que fomentan el odio, que violan la dignidad humana. Todo eso es cierto, pero también es cierto que las grandes televisoras mexicanas ya sabían lo que estaban metiendo al aire. Nomás que como el sobre viene en dólares, muchos se hacen de la vista gorda.

Expertos en derechos humanos ya lo dijeron: esto no solo es publicidad sucia, es intervención política disfrazada de anuncio pagado. Un ensayo de colonización mediática moderna. Y lo más jodido: con la complicidad de nuestros propios medios.
Y por si te lo preguntas, no, la oposición no defendió a los migrantes. No brincó por la soberanía. Nomás usó el tema pa’ echarle tierra a Sheinbaum, como si esto fuera campaña y no un asunto de país. Porque aquí ya nadie piensa en los millones de mexicanos que se la rifan del otro lado, que mandan lana, que trabajan en lo que sea y a los que ahora, además de perseguirlos allá, también les escupen la cara desde nuestras propias pantallas.
No se trata de defender la migración ilegal, ni de justificar nada. Pero sí se trata de no permitir que nos conviertan en voceros del odio extranjero, que nos usen para sembrar miedo, que nos pisoteen la soberanía a punta de billetes y nos dejen viendo comerciales con los brazos cruzados.
Así que la pregunta es clara: ¿vamos a dejar que nos sigan metiendo miedo ahora también en la tele? ¿Vamos a seguir permitiendo que lo que se transmite en México lo decidan en Washington?
¡Ya estuvo, carajo! Este país merece respeto. Y si vamos a pelear por algo en serio, que sea por el derecho a no convertirnos en altavoz de quienes nos desprecian.
Nos leemos pronto.
ESPINACAS
Por Popeye
En plena jugada pusieron la alerta,
con odio importado y la cara descubierta.
Y aquí, entre papitas y televisión…
vendimos el alma por un anuncio en promoción.
¡Seco el elotazo…!