La extrema mentira de los enemigos de occidente

A ESTRIBOR

Juan Carlos Cal y Mayor

LA EXTREMA MENTIRA DE LOS ENEMIGOS DE OCCIDENTE

Después de los resultados en las elecciones del pasado domingo en Francia, la mayoría de los medios de comunicación tanto dentro, pero sobre todo fuera de Francia, titularon sus notas destacando que ganó “la extrema derecha”, motejando así al partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Le llaman sistemáticamente “extrema derecha” cuando no “ultraderecha”, “ultranacionalista” o “neofascista” con el único propósito de estigmatizarla o peor aún mimetizarla con expresiones radicales muy minoritarias como lo han sido el Ku Klux Klan, los neonazis o los supremacistas raciales. 

EN EL MISMO SACO

Es esa la narrativa y el lenguaje común de los enemigos voluntarios e involuntarios de nuestra civilización occidental tanto desde fuera como desde dentro, en donde se ubican ahora las izquierdas populistas, autoritarias y estatistas, así como las progresistas o de la cultura woke pertenecientes a minorías que han logrado imponer sus libertades y derechos por encima de las mayorías. Todos caben en un mismo saco. 

Y es que, no es lo mismo hablar de conservadores o ultraderechistas en Europa o Estados Unidos que en España y América Latina con asimetrías, aunque de distinta índole, pero que en lo primordial mantienen coincidencias. En ambos casos creen y quieren un estado fuerte que imponga una especie de pensamiento único al que hay que someter las libertades básicas individuales en aras del colectivismo.

LA CULTURA

Nuestra cultura, nuestros usos y costumbres, nuestras creencias incluso laicas provienen de un tronco común y un proceso histórico. Hay otras culturas y otras civilizaciones con devenires históricos que tienen sus propios procesos. China o la India se cuecen aparte, con el mundo árabe sucede lo mismo. De ahí que no es lo mismo la civilización judeocristiana que la musulmana. El sintoísmo en Japón más que una religión tiene que ver con sus costumbres y tradiciones. 

LA RELIGIÓN

Aunque la religión puede no tener fronteras está intrínsecamente ligada a ciertas regiones del mundo cuyas formas de organización social y política no son como las nuestras en occidente y en las que han prevalecido mecanismos de participación como las elecciones, el reconocimiento universal de los derechos humanos entre los que destaca la formación de partidos políticos, la libertad de expresión y de prensa, aunque hay por supuesto excepciones. Ni Cuba, ni Venezuela, ni Nicaragua son precisamente un ejemplo a seguir. 

TODOS SON ULTRA

El caso es que para nuestras izquierdas en América Latina y como en el caso de México no hay discernimiento. La derecha es derecha, y si se la quiere sojuzgar hay que agregarle el “ultra”. Ellos son los buenistas que siempre están de lado de los desprotegidos. Por eso acusan a Israel del genocidio en Gaza sin reparar en que en Palestina gobierna el grupo terrorista de Hamás quien inició de nuevo otra nueva guerra lanzando un ataque masivo contra Israel.

ENEMIGOS DE LA IDENTIDAD

Abrazan toda causa en contra de lo que consideren racismo, homofobia, clasismo y de paso neoliberalismo, imperialismo o neocolonialismo. Esa es su línea de fuego. Son enemigos del identitarismo y los nacionalismos, pero no la de sus países de los que se van con todo y sus creencias, costumbres y tradiciones, sino de aquellos a los que están colonizando con oleadas migratorias desde hace unas décadas. Invaden Europa como si fuera territorio de nadie, o peor aún territorio de todos. Nosotros y los latinos hacemos lo propio. Tienen acceso a la seguridad social, a los beneficios y apoyos que subsidia el estado de bienestar con dinero de los contribuyentes, empleos y salarios que jamás obtendrían en sus países de origen y una calidad de vida que ni en sueños podrían haber alcanzado. 

REFUGIADOS

Son esos migrantes a quienes se ha acogido en calidad de “refugiados” (¿refugiados de qué o de quién??) y que ahora en calidad de ciudadanos votan por los partidos de izquierda que en aras de sumar votos los protegen. Los franceses nativos tienen una tasa de natalidad de 1,8 hijos, mientras que los musulmanes tienen 8,1.  No es difícil suponer lo que sucederá en unos cuantos años. Unos van a la extinción y otros a la sobrepoblación como sucede en sus países de origen. Y así en el resto de Europa. 

MEZQUITAS

Aunque en algunos países musulmanes existe protección constitucional para la práctica del cristianismo, lo cierto es que hay solo unas iglesias que son herencia del pasado. Los católicos y cristianos representan una minoría ínfima. En contraste el número de mezquitas en Francia asciende a unas 2.500, en Reino Unido 1,500, en Alemania 2,800, en España 1,800, en Italia 700, en Holanda 400. Actualmente se calcula que hay 25 millones de musulmanes viviendo en Europa.

DESTRUIR LA IDENTIDAD

La identidad nacional es el sentimiento de pertenencia a una comunidad histórica, cultural, lingüística y social, que corresponde, en mayor o menor medida, a algún país, región o comunidad política. La identidad de los pueblos nativos es hoy una de tantas causas que defiende la izquierda al tiempo que canoniza a la migración que atenta contra ella. Se trata en pocas palabras de destruir a toda una civilización, la más avanzada por cierto, que es la occidental y a la que se deben muchos de los grandes avances sociales, tecnológicos y económicos de la sociedad.

EL REGRESO DE LAS TRIBUS

El discurso ultramentiroso y de extrema hipocresía que defienden quienes se asumen de izquierda incluyendo a los progres, no es otra cosa que el principal presagio del fin de occidente y la vuelta a las tribus y las cruzadas que ya habíamos dejando atrás en otros capítulos negros de la historia de la humanidad.