JAMÁS DES NADA POR SEGURO
Alfonso Grajales
En este mundo donde ya todo se promete en tres minutos y se olvida en dos, todavía hay quien camina por la vida creyendo que las cosas son para siempre.
Ilusos. Jamás des nada por seguro. Ni la chamba, ni el amor, ni la salud, ni siquiera el café de las mañanas.
Porque uno se confía. Y ahí vas, pensando que tu vida tiene rieles, que si haces todo como debe ser no pasa nada. Hasta que pasa. Hasta que un día despiertas y te avientan en la cara la carta de despido, el diagnóstico, la traición, la noticia que no esperabas. Y no hay seguro de vida que te cubra el trancazo emocional.
Es que nos vendieron la idea de que si estudias, trabajas duro y eres buena persona, todo saldrá bien. ¡Ajá! La verdad es que la vida no es un trato justo, es un tiro al blanco donde el objetivo se mueve, el viento sopla fuerte y tú ni armas traes.
Te casas y juras amor eterno… hasta que un día encuentras mensajes que no son para ti. Levantas un negocio, le metes sudor, lágrimas y hasta empeñas la computadora, y en menos de lo que canta un gallo te cae una pandemia, el SAT o un competidor que te truena en un dos por tres. Confías en tu cuate del alma y resulta que le brillaban más tus billetes que tu amistad. Así de sencillo.
¿Quieres ejemplos? Voltea a ver a los políticos, esos sí que nos enseñan que no hay lealtades eternas, ni principios firmes. Hoy son héroes del pueblo y mañana andan chiflando a su máuser en el basurero de la historia.
¿Y la economía? ¡Peor tantito! Hoy tienes un billete en la bolsa y mañana apenas te alcanza para dos chicles y medio litro de gasolina.
Pero no todo es lloriqueo. Jamás dar nada por seguro no es resignarte, es entender que la vida es cambiante y que quien sobrevive no es el más fuerte, ni el más chingón, sino el que sabe adaptarse. El que se levanta, aunque le duelan hasta las corvas. El que entiende que cada día es un volado, y aun así se la juega.
Por eso hay que ir por la vida con los ojos bien abiertos y la mente alerta. No apuestes todo a un solo caballo. No firmes cheques en blanco, ni pongas todas tus canicas en un mismo frasco. Y, sobre todo, no confíes ciegamente en personas ni en sistemas, ni en promesas de tiempos mejores. Haz lo tuyo, mueve el esqueleto y ajusta las velas de tu bote cada que cambie el viento.
Porque la vida no respeta planes ni contratos, ni juramentos.
Y la verdad, está bien. Porque cuando dejas de esperar seguridades que no existen, te vuelves más libre. Ya no te quiebras a la primera, ya no lloras cuando el plan A se va a la fregada, te avientas con el B, el C o el abecedario entero si es necesario.
Así que ya sabes. Jamás des nada por seguro. Ni el trabajo ni el amor, ni la salud, ni los amigos, ni siquiera a ti mismo. Lo único seguro es que todo cambia, todo se rompe y todo renace.
Y si no te gusta pues no te lamentes, mejor agarra la onda y sigue caminando, porque la vida no te va a esperar.
Nos leemos pronto.
ESPINACAS
Por Popeye
Hoy juras que todo está bajo control,
mañana despiertas en otro rol.
Aquí nada dura, ni el propio andar…
mejor camina… y deja de esperar.
¡Seco el elotazo…!