El gobierno que no aguantaba un “no es cierto”

EL GOBIERNO QUE NO AGUANTABA UN “NO ES CIERTO”

Alfonso Grajales Cano

Ya era hora. Un tribunal vino a decir lo que todos sabíamos, pero nadie en el poder quería aceptar: la mañanera de AMLO fue usada como un garrote político, no como un ejercicio de transparencia. 

Y sí, la sección “¿Quién es quién en las mentiras?” fue más un paredón que una plataforma informativa. Un instrumento de estigmatización, dijo el Vigésimo Tribunal Colegiado. O sea: una campaña con recursos públicos para echarle montón a periodistas incómodos, con la bandera de la verdad en la mano… pero llena de lodo.

No hay que hacerse pijiji: una vez a la semana desde Palacio Nacional se lanzaban linchamientos con horario fijo y pantalla gigante. Y quien caía ahí, cargaba estigma, burla y desprestigio. No era información, era propaganda. No era aclaración, era venganza.

El que levantó la voz fue el analista Raymundo Riva Palacio, que no se rajó y llevó esto a los tribunales. ¿El resultado? Un fallo que deja en la lona el discurso obradorista. 

El tribunal fue claro: esa sección violó la libertad de expresión, prensa y pensamiento. ¿Y sabes qué es lo más fuerte? Que no lo dicen desde un editorial, lo dice un fallo judicial que ya se publicó en el Semanario Judicial de la Federación. Un precedente importante.

Porque la bronca no es que el presidente critique. Eso se vale. Lo que no se vale es usar el poder del Estado para aplastar al que piensa distinto, para señalar desde el púlpito oficial quién es “mentiroso”, quién es “opositor”, quién merece ser quemado en redes. Todo eso sin derecho a réplica, sin parámetros claros, sin una pizca de autocrítica.

Y mira que no fue cualquier ocurrencia. El tribunal usó palabras que retumban en “La Chingada” de Palenque: sistema de propaganda gubernamental posfactual. ¡Sopas! Una mañanera convertida en fábrica de verdades a modo. ¿Y el debate democrático? Bien, gracias. ¿Y el derecho de audiencia? Pa’ después. ¿Y la dignidad de la prensa? Colgada en la pared con alfileres.

Según Riva Palacio, esto no fue nomás contra él. Fue contra todos. Contra los que alzaron la voz y terminaron con etiquetas, burlas y amenazas. Contra los que se escondieron por miedo, los que dejaron de escribir por hartazgo. Porque no es solo lo que se dice… es desde dónde se dice. Y desde el poder, hasta una mueca puede ser un misil.

Y aunque esto llegue tarde, llega con todo. Porque por fin un tribunal le puso palabras a lo que miles de periodistas han sufrido: el Estado no está para humillar al periodismo, está para garantizarlo. Y si no puede aguantar una crítica, entonces que no se suba al escenario.

Así que ya estuvo bueno de discursos que disfrazan la censura de transparencia. De shows mañaneros que reparten trancazos con sonrisa en los labios. De usar la silla presidencial como trinchera para defender el ego.

La justicia habló. Y aunque la mañanera siga, aunque la sección se maquille o se reinvente, el precedente ya está ahí: estigmatizar desde el poder es censura, y la censura no cabe en una democracia.

Nos leemos pronto, aunque nos tachen de mentirosos… por decir la verdad.

ESPINACAS

Por Popeye

Jugó al justiciero con la mañanera,

y convirtió la prensa en hoguera.

Hoy la ley le cantó su verdad:

no es rendición de cuentas… es maldad.

¡Seco el elotazo…!