Í N D I C E
Ruperto Portela Alvarado
DICIEMBRE DE GUADALUPE REYES
Como dice la canción: “ya va llegando diciembre y sus posadas, se va acercando también la navidad; el año nuevo me traerá nuevas tristezas y con tu ausencia llevaré mi soledad”. Último mes del año, donde se conjuntan las alegrías y nostalgias, pues como canta Tony Camargo: “yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado buenos recuerdo; me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”. Y a gozar las vacaciones del “Guadalupe Reyes” del 12 de diciembre al 6 de enero.
Desde este día empezaron las peregrinaciones a los templos de veneración de la Virgen de Guadalupe que es el verdadero milagro cuando miles y miles de mexicanos van a la Basílica de Guadalupe; en Chiapas a la Iglesia de Guadalupe y en Alvarado al Santuario de la Virgen del Rosario. Los niños vestidos de inditos simulando al ahora Santo Juan Diego tomándose fotografías ante un lienzo pintado con la imagen del Cerro del Tepeyac.
Pasada la euforia de veneración a la Virgen de Guadalupe, el 16 de diciembre empiezan las procesiones llamadas de “Los Portalitos” que los niños y adultos cantan de casa en casa con una caja semejante al “Portal de Belén” con sus animalitos, la estrella de oriente y el pascle en el pesebre donde nacerá el “Niño Dios” a la medianoche del día 24. Empiezan también los recorridos de niños, jóvenes y adultos que piden posada para el advenimiento del Niño Dios. ¡Oh, las posadas! Qué gratos recuerdos.
Empezarán con los cánticos: “en un portalito, de cálida arena, nació el Niño Dios, en la Noche Buena”. Hasta ahora me informan y me percato que se dice: “cálida arena” y no como decíamos nosotros: “de cal y de arena”. Parece lo mismo, pero es diferente “cálida arena” a que sea de “cal y de arena”. Se confunde en su armonía fonética.
Y aunque se ha perdido la tradición del portalito que se quiere y requiere revivir por la añoranza de los que ya pasamos de los 60 y 70 años, habrán de volver a las “Ramas y Limas”, que no son ramacilimas como decíamos antes cuando cantábamos los versos: “naranjasilimas, limas y limones, más linda es la Virgen, que todas las flores”. Ya voy entendiendo, porque a la rama de una especie de nopal que íbamos a cortar a los médanos para “sacar la rama” en Alvarado le decíamos: “Ramacilima”.
No estoy muy seguro, pero creo que la fecha para empezar a sacar la rama y andar de casa en casa cantando los versos, empieza el 25 de diciembre hasta el “Día de los Santos Inocentes” el 28 de este mismo mes, cuando en Alvarado sigue la fiesta con las llamadas “Parrandas” en la que se canta la rama en un domicilio familiar en particular que ofrece la fiesta con botanas y bebidas espirituosas. Total, que en Alvarado no faltan las fiestas en todo el año y para rematar, se celebra con toda algarabía el fin de año con la quema del “Pobre Viejo”.
El “Pobre Viejo” es un muñeco del tamaño de una persona normal hecho con pantalón y camisa viejas rellenos de paja y aserrín, a los que se les meten tiras de cohetes y chirramplines que hacen el escándalo al quemarlo a las 12 de la noche del 31 de diciembre. Ese día último, los muñecos del pobre viejo se exhiben en las banquetas a las afueras de las casas, que llaman a la alegría de empezar un año nuevo. Ese es el anuncio del final del “Año Viejo” y el inicio del “Año Nuevo”.
Este festejo en Alvarado es en grande; bailes en algunos barrios como la calle Rayón que ya es tradicional; la calle Joaquín Martínez que lleva muchos años organizándolo, igual que en las localidades de La Fuente, La Trocha e inclusive Paso Nacional.
Me acuerdo que cuando vivía en Alvarado, en diciembre las calles eran adornadas con distintivos navideños y para eso se sacaban los arbolitos al frente de las casas que se veía estupendamente festivo con sus luces multicolor por las noches. También el día último del año, se exhiben los “pobres viejos” en las afueras de todas las casas. Era o es una tradición que llena de nostalgia y sentimiento a quienes ya no estamos presentes como en años idos.
Pasada la euforia del “Año Viejo” y la llegada del “Año Nuevo”, empieza la alegría de los padres y los niños por el “Día de los Santos Reyes”. Para eso, los proveedores de juguetes que los “Tres Reyes Magos” les traerán a los niños, iniciaban su recorrido de vendimia desde el primer día del mes de diciembre o antes por si acaso les tienen que comprar en abonos los regalos y les diera tiempo de pagarlos.
Recuerdo que uno de los que vendía juguetes (muñecas para las niñas; carritos de tracción y pilas, bicicletas, triciclos, pelotas, patines del diablo y todo lo que se pudiera imaginar que les podría gustar a los infantes que no sabían que los Reyes Magos eran sus padres, era José María “Chema” Ferrer Uscanga con quien anduve muchas veces ayudándolo a cargar la mercancía. No se debe olvidar al siempre recordado “Enrique El Abonero”, (Enrique Enríquez), aquel que hizo famosa la frase: “meee voyyyy”, cuando llegaba a cobrar y la gente se le escondía.
Un ícono de estos días de diciembre fue el gran “Jimbo”, Manuel Vidaña Lara, quien cada año rifaba una muñeca del tamaño casi normal de una jovencita de 15 años, cargada de joyas: relojes, pulseras y cadenas de oro puro. Todavía me imagino verlo cargando ese monumental juguete que habría de pesar 10 o 15 kilogramos, con toda la indumentaria que promocionaba. Toda una fantasía para aquellos que alguna vez fueron los premiados.
Recuerdo también a dos vendedores de ropa y tela para pantalones; a veces perfumes en abono que en el mes de diciembre ofrecían juguetes. Uno era un señor de tez morena conocido simplemente como GALO que vendía el aceite para peinarse, “La Glostora” y otro señor de baja estatura y gordito que solamente lo conocíamos como DON DELFINO al que recuerdo con sus colchas sobre el hombro.
Me viene a la memoria la noche anterior al día de la llegada de los “Santos Reyes Magos” con todo el boulevard Juan Soto repleto de puestos con venta de cazuelitas de barro, juegos de té de plástico, escobitas, pistolas de fierro colado para reventar chirramplines, triciclos, bicicletas, muñecas de todos tamaños, pelotas, bates de béisbol, dulces y colación con los tradicionales “huevitos de picho” y una infinidad de juguetes que vendían Chón y su padre que fue quien inició el negocio de ropa (de los que nunca supe cómo se llamaban y apellidaban) que tenía su puesto en la esquina del mercado donde ahora está una farmacia.
También instalaba su puesto en el boulevard Juan Soto, un señor al que le decían “Patilla” y mi recordado amigo David Martínez Reynoso, quien además vendía ropa para niños y adultos, a quien agradezco que una vez me haya brindado su confianza y fiado una camisa de color celeste que costó 12 pesos, que necesitaba para ir a un viaje al Centro Experimental de Cotaxtla con el profesor Rafael Ángel Delfín Almeida (RADA), conocido como “Yito”.
En ese boulevard Juan Soto se hacía una hilera de puestos desde el mercado hasta el edificio Lara y Leal, donde vendían ropa, carros de madera, juego de escobitas y juguetes de cuerda y de fricción. Toda una fiesta de los adultos, previa a la llegada de los “Tres Reyes Magos” que hacían la felicidad de los “santos inocentes” que todavía creían en “los reyes”. Entre esos comerciantes estaba don Rodolfo Cruz, conocido en Alvarado por el sobrenombre de “Chiquito”, quien por cierto también había sido peluquero.
No se nos debe olvidar que el mes de diciembre es el de los buñuelos; una tradición de estas exquisitas roscas semejantes a las donas, solo que fritas. De eso me acuerdo que los hacía muy sabrosos doña Mela (Esmedita González Lara), sus hermanas “La Güichita” (Luisa González Lara) e Isabel González Lara “Chavelita” con quienes compartía la fritura de los buñuelos en el gran patio de la casa de doña Remedios Lara Gutiérrez, “Doña Mello”; sus hermanas Isabel, “Chavela”; Evelia y “Doña Yeya”. También, aunque no participaba en esta actividad, era su hermana doña Rosario Lara Gutiérrez, que fuera esposa de don Joaquín Martínez el que tuvo un billar en la calle Ignacio de la Llave, esquina con Vicente Guerrero donde ahora está la tienda “Más”.
De todo esto me acuerdo porque vendía esos buñuelos, ayudaba a vender juguetes y también asistía a las posadas que se hacían en Paso Nacional donde varios de mis amigos y yo, andábamos de enamorados. Recuerdo a Uribe Cruz Pacheco, Oscar Luis Ruiz Valerio, “Quily”; mi hermano Cecilio Portela Alvarado, “Chilo”; José María Tiburcio, “Chema”; José Sotero Silva Herrera; mi compadre Manuel Rascón Arano, y otros muchos que tuvimos la suerte de casarnos con la novia que conseguimos en “El Paso”. Y así se escribe esta historia que nunca termina…
Se acabó el mecate… Y ES TODO…