Por Alfonso Grajales Cano
El que dijo que iba a dar la cara… la dio, sí, pero con fuero, escoltas, camionetotas de lujo y el respaldo no tan sutil de la mismísima presidenta Claudia Sheinbaum. Porque Cuauhtémoc Blanco, ese ídolo de las canchas y hoy campeón de la impunidad, se presentó este jueves en la Fiscalía de Morelos a “colaborar” con las autoridades. Así, con toda la producción de un político que ya no mete goles, pero que se sabe todas las jugadas sucias del poder.
“Vengo a aclarar todo, aquí estoy”, dijo, rodeado de guaruras, abogados y flashes. Ajá, muy valiente, pero bien resguardado, bien protegido, bien blindado. Porque claro, una cosa es dar la cara… y otra es aparecerte cuando sabes que nada puede tocarte.
El Congreso ya se encargó de eso esta semana: con 291 votos a favor y el respaldo de Morena, el Verde, el PT y hasta del PRI, le regalaron a Blanco una armadura legal que ni en el América le dieron. Y como cereza en el pastel, no se le dio voz a la víctima, pero a él sí se le permitió subir a tribuna a defenderse con discurso de mártir, como si lo estuvieran persiguiendo por meter goles de chilena.
Y mientras él se sube a camionetas que valen más que muchas casas, la voz de su media hermana, que lo acusa de intento de violación, quedó sepultada bajo el concreto del fuero y el olvido institucional.
Pero ojo, esto no es solo Cuauhtémoc. Esto es sistema. Porque el exgobernador de Morelos no solo tiene fuero, también tiene respaldo presidencial. Claudia Sheinbaum, que primero dijo que era un caso promovido por un fiscal “corrupto” (Uriel Carmona), luego intentó matizar y pidió que el diputado se presentara “como cualquier ciudadano”.
Perdón, ¿como cualquier ciudadano? ¿En qué México se presenta uno ante el MP en caravana blindada, sin riesgo de ser detenido y con fuero constitucional en la bolsa?
Y todavía Cuau se dio el lujo de decir que “esto es una revancha política”. ¡Órale! Entonces ahora resulta que las víctimas inventan agresiones para desestabilizar a los intocables.
¡No mames! La estrategia es de manual: desprestigia al denunciante, victimízate, acusa complot, y listo: impunidad servida al gusto.
Pero lo que más arde no es su discurso, sino el silencio ensordecedor de quienes juraron que esta era “la transformación feminista”. Las diputadas que se partieron la madre intentando formar un bloque para exigir justicia, fueron ignoradas, acalladas, y muchas otras prefirieron voltear la cara o meterse hasta la cocina en la línea del partido.
Y así se sigue pateando el balón de la justicia. Porque en México parece que la justicia también tiene técnico y juega en equipo… pero no con las víctimas. Porque aquí no se escucha a quien denuncia, solo a quien tiene fuero y padrinos.
Cuauhtémoc “dio la cara”, sí. Pero la dio en modo político protegido, no en modo ciudadano ejemplar.
Y mientras él se da la vuelta en su troca blindada, millones de mujeres siguen topándose con ministerios públicos que les piden pruebas imposibles y silencio eterno.
Pero no se preocupen, ya se está investigando…
Ajá. A paso de tortuga, y solo porque hubo presión mediática.
Y ojalá que para entonces la justicia no siga sentada en la banca mientras los poderosos se dan la vuelta olímpica. Nos leemos pronto.