Corrupción 4T la marca de la casa

Fernando Hinterholzer Diestel

“Pero para la ‘4T’ y su segundo piso, como nos han demostrado, tirar el dinero del erario o robárselo no es un delito, como en Segalmex o Dos Bocas”.

La cuarta transformación avanza en corrupción inexorablemente, mientras la presidentA Sheinbaum preferido absolver y exculpar a sus compañeros de partido, señalados y acusados de serios casos de corrupción, en vez de someterlos a una carpeta de investigación. En lugar de someter a la justicia a quienes, con pruebas contundentes, son acusados, los saluda, los felicita, e incluso, impulsa a que los presentes en eventos públicos los aclamen. “Así defendió la presidentA a la actual gobernadora de Veracruz. Rocío Nahle, quien desvió” más de 533 millones de pesos, de acuerdo a la Auditoria Superior de la Federación. La corrupción en México ha tenido efectos devastadores en múltiples niveles afectando la economía, la política, la sociedad y la confianza en las instituciones. Hace unos días pasados, Transparencia Internacional (TI) publicó su Índice de Percepción de Corrupción 2024. Los resultados resultaron pésimos para México y ello solo nos demuestra, la brecha entre el discurso del gobierno y la realidad en que vivimos los ciudadanos y las empresas. La corrupción en México ha sido un problema de muchas décadas y, de la misma manera, el compromiso de combatirla ha sido un elemento central en las campañas electorales de todos los partidos políticos y AMLO y la presidentA Sheinbaum no han sido la excepción. Pero no solo eso, sino que transformaron el combate a la corrupción en uno de los soportes de sus discursos, pero que ya en la práctica han continuado con un sistema aún más corrupto.

El discurso contra corrupción utilizado desde la ideología de la llamada «Cuarta Transformación» ha sido una artimaña, un instrumento para esconder abusos de poder, centralizar recursos monetarios y suprimir contrapesos democráticos. Lo han usado para desprestigiar a sus oponentes, destruir instituciones públicas y acreditar la acumulación de poder en manos de una elite. La extinción de órganos autónomos, la eliminación del Poder Judicial y la militarización dan muestra de cómo se ha manejado dicha narrativa oficial. Mientras “el tabasqueño” aseguraba que desde que él año 2019 ya no existía corrupción en el país, y la actual presidentA sigue repite como “loro jarocho” que la corrupción no se permite en su gobierno, pero lamentablemente, el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional los desmintió categóricamente. Solo le ha dado 26 puntos (de 100 posibles) a México en 2024, una severa caída, comparada con los 31 puntos obtenidos en 2021. Esto demuestra que, como país, cada vez somos más corruptos.

Después de tolerar una de las administraciones más corruptas de la historia moderna del país (Peña Nieto), llega López Obrador con el afán “de limpiar la mugre y comportarse de manera honesta”. Fue por ello, que la corrupción fue el principal tema de las campañas presidenciales de 2018, la población harta de tanto abuso de poder, robo de recursos públicos e impunidad de la clase política, exigían un alto a la corrupción gubernamental. “Nosotros somos diferentes”, decía el tabasqueño, pero todo era pura propaganda. Las cifras del final del sexenio mostraron, que la corrupción empeoró al mismo tiempo que se propagaba un discurso de superioridad moral. Hay que subrayar con rojo: el combate a la corrupción fue un gran fracaso. Hoy en día, México es el peor país en materia de corrupción de los 34 países con mayor desarrollo económico del mundo agrupados en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). “Nuestros socios de Norteamérica –Estados Unidos (65 puntos) y Canadá (75)– están mucho mejor, pero también nos vemos mal comparados con el área de América Latina: Chile (63 puntos), Colombia (39), Argentina (37), Brasil (34) y Perú (31) nos superan”. Solo superamos a Venezuela que tiene 10 puntitos. “La corrupción es, en esencia, el abuso del poder para beneficio privado, como la define Transparencia Internacional. No es solo un problema ético, sino un cáncer que debilita instituciones, frena el desarrollo y perpetúa la impunidad”.

Mientras otros países avanzan de manera significativa en la lucha contra la corrupción, operando mecanismos de transparencia, fortaleciendo sus instituciones y sancionando ejemplarmente a los responsables, en México continuamos observando cómo las redes de complicidad se multiplican. Y es la impunidad, la que permite que el cáncer corruptor, se reproduzca y se normalice. Mientras que el gobierno y su partido no castiguen verdaderamente la corrupción en sus propias filas, y prefiera minimizar o “hacerse ojo de hormiga” en casos muy evidentes e indefendibles, el problema no va a terminar. Pudiendo afirmar categóricamente, que “México no se castiga a los corruptos, se les protege, se les premia y, en muchos casos, se les reelige”. Cada corruptela es tapada con otra, mientras la población sabe desde hace décadas “que robar desde el poder no es la excepción, sino la regla”. El Índice de Percepción de Corrupción demostró que la corrupción que la 4T “ofreció barrer, como las escaleras, de arriba para abajo”, no sólo no lo hicieron, sino que la incrementaron. Aumentaron las licitaciones directas y la opacidad. Dentro del grupo de naciones que conforman la OCDE, México quedó en el último lugar, siendo la trigésima octava economía peor evaluada.

De acuerdo con Transparencia Internacional, las autoridades anticorrupción mexicanas, no ha logrado iniciar procedimientos ni sancionar contra los casos de corrupción emblemáticos, como son, “Odebrecht y Segalmex”, así como las obras de Tren Maya y la Refinería “Dos Bocas” son ejemplos evidentes del porqué nuestro país se encuentra en tal nivel de corrupción. Segalmex ha sido “el robo más grave y más grande en toda la historia de nuestro país”. Durante 4 años, se hallaron irregularidades por más de15 mil millones de pesos, aun y cuando se hizo público, a la fecha, siguen sin deslindarse responsabilidades. De acuerdo, a 762 auditorías realizadas por la Auditoría de la Federación (ASF) hasta el 2023, se detectaron faltantes en el gobierno de Morena, presidido por López Obrador, por más de 32 mil millones de pesos, entre ellos, en Segalmex, Tren Maya, Pemex, en dos refinerías, en la CFE, y en el aeropuerto Felipe Ángeles, entre otras empresas estatales.

Las corruptelas de la 4T y su “segundo piso” tienen como “socios” a empresas de familiares y de amigos del régimen, durante el cual incrementó a niveles exponenciales la deuda interna, la externa, el déficit presupuestal asi las pérdidas de empresas gubernamentales. La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), organismo dependiente de la ONU, estimó el aumento de pobres en México durante el sexenio anterior, “en más de 9 millones”. ES CUANTO

ADDENDUM: Qué podría ser tan grave como para hacer colapsar las relaciones México-Estados Unidos, nos preguntamos los mexicanos. Pues qué el gobierno de Trump proceda por su cuenta y envié, ante la falta de decisión del gobierno mexicano, misiones armadas a objetivos de los cárteles de la droga en territorio nacional. O que desde Washington se diera la orden para acusar y enjuiciar a políticos y dirigentes de la 4T, incluidos los apellidos López Obrador o López Beltrán o algunos otros nombres de gobernadores, congresistas y dirigentes del régimen mexicano. Cualquiera de esas especulaciones cabe en la carta del Mayo Zambada que claramente llevan destinatario específico y tienen como domicilio de entrega en el muy conocido rancho, “La Chingada en Palenque”.