Cambio climático: el destino nos alcanzó

Fernando Hinterholzer Diestel

Los años 2023 y 2024 quedaran marcados en la historia de la tierra, como los más críticos para la civilización humana por los niveles de calor sufridos. Los registros de temperatura en todo el mundo han alcanzado niveles alarmantes, y la capa de ozono antártico parece crecer de manera muy preocupante. Estas dos señales inequívocas nos alertan que el planeta está emitiendo una señal de alerta que no podemos ignorar. El incremento de las temperaturas en abril y mayo, que superaron en 0.93 grados Celsius el promedio registrado entre 1991 y 2020, es motivo de alerta y preocupación, a pesar de corresponderse con un aumento sostenido de la temperatura durante los últimos tres meses. Este fenómeno, que puede atribuirse en parte al fenómeno de El Niño, es decir, un calentamiento del océano Pacífico que altera los patrones de lluvia y provoca condiciones climáticas extremas, incluyendo olas de calor y sequías.

Cada vez es más evidente el impacto que el cambio climático tiene sobre el planeta. Se tiene documentado el rapido derretimiento de los glaciares, temperaturas inusualmente altas en invierno en el cono sur, los incendios forestales en diversas latitudes que arrasan con pueblos enteros y contaminan el aire de urbes, las lluvias excesivas – cada vez menos atípicas – que causan inundaciones severas, la creciente y constante sequía de territorios previamente fértiles, así como la acidificación y el aumento de la temperatura de los océanos, entre otras afectaciones ambientales con implicaciones sociales y económicas.

La NASA en los Estados Unidos, han señalado que desde julio del 2023 ha sido el mes más caliente del que se tenga registro desde finales del siglo XIX, y que los gases de efecto invernadero especialmente dióxido de carbono y metano, se han incrementado en la atmósfera. Asimismo, se ha reducido el hielo del ártico y aumentado el nivel de mar, “además de que se proyecta una ralentización de la circulación de corrientes oceánicas –lo que impactará aún más en la modificación del clima–“. Todo esto se acompaña de un aumento de 1.1°C en la temperatura global desde la era preindustrial (NASA, 2023). Esta situación va a continuar si no hay una reorientación de las políticas sobre el clima mundial. “El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha expresado que, de continuar el ritmo actual de emisiones, se alcanzará un aumento de temperatura de 1.5°C entre los años 2030 y 2052, y para 2100 el incremento puede ser de 3°C (IPCC, 2018)”. Con esto ello, y desde hace varios años, la información sobre clima ha influido en la conformación de acuerdos políticos internacionales, encaminados a mitigar y adaptarse al cambio climático, estableciendo compromisos nacionales.

Sin embargo, los compromisos de los países no son los mismos y las acciones pueden tergiversarse para satisfacer intereses particulares. En esta tesitura, los gobiernos se comprometen a hacer frente a esta amenaza a la existencia humana mientras preservan los patrones de producción y consumo que han ocasionado la situación actual. Se ha reconocido la necesidad de transitar a la generación y el uso de energías renovables, pero continúa la promoción de la exploración y extracción de combustibles fósiles en distintas latitudes e intensidades. La premisa es que la transición sea gradual, lo que, en consecuencia, ralentiza las acciones que deben tomarse urgentemente.

En la historia de nuestro planeta. Las señales del cambio climático, advertidas durante décadas, finalmente han llegado a una nueva y alarmante fase, lo que el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha llamado la “era de la ebullición global”. Desde los devastadores incendios en Maui hasta los récords de temperaturas en el norte de África y la inusual tormenta tropical en California, el huracán Otis en Acapulco, las devastadoras inundaciones en Brasil, Paquistan y en Europa. El deshielo

de los glaciares desestabiliza la vida en los Andes en Sudamérica y en nuestro país el volcán Iztlacihualt, se quedó sin su glaciar. El fenómeno de El Niño, que de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM) llego a principios de julio del año pasado y que, por primera vez, en siete años, comenzó en el Pacífico sudtropical, se produce, por término medio, cada dos a siete años y los episodios suelen durar hasta 9 meses. “Se trata de un patrón climático natural asociado al calentamiento de las temperaturas superficiales del Océano Pacífico Tropical Central y Oriental. Pero se produce en el contexto de un clima modificado por las actividades humanas”.

Desde la implementación del Acuerdo Climático de París en 2015 y su objetivo a largo plazo de mantener el aumento de la temperatura global promedio muy por debajo de 2 °C (3.6 °F), no hay duda de lo que los gobiernos tienen que aplicarse mucho más. Mientras el planeta padece con fenómenos cada vez más devastadores, como inundaciones, incendios descontrolados y sequías, el debate sobre la manera de enfrentar la creciente crisis climática se ve cada vez más deformado debido a que los grandes consorcios trasnacionales propagan soluciones erróneas y generan narrativas engañosas. El sector energetico es un claro ejemplo de ello. En una manera engañosa por evitar su responsabilidad histórica por el cambio climático, las empresas petroleras y gasíferas generan diversas soluciones tecnológicas inviables pero la triste realidad es que se trata de tácticas para evitar los cambios y seguir contaminando.

El cambio climático es una realidad que destruye nuestro planeta cada vez con mayor intensidad y mata a cientos de personas cada año. En los últimos dos meses, hemos sido testigos en nuestro país, de alarmantes temperaturas, crisis hídrica nunca antes vista, tornados en el norte, y tormentas de granizo nunca vistas, las cuales deben servir como una severa advertencia para tomar acciones concretas, urgentes y responsables. Estos eventos extremos no pueden ser ignorados ni minimizados. Son el resultado directo del calentamiento global causado por las actividades humanas. El año 2030 nos pone un sombrío panorama de un planeta azotado por las implacables garras del cambio climático. El aumento de las temperaturas ha destruido tierras de cultivo antes fértiles, volviéndolas áreas inhabitables y diezmando recursos agrícolas para sus habitantes. El fantasma de la sequía, las inundaciones y los fenómenos climáticos extremos persiguen nuestro planeta, mientras las consecuencias del menosprecio por el medio ambiente de “una aristocracia gobernante” aparecen cada vez más. Con el paso de los años, el deteriorado ecosistema de la Tierra se debilita cada vez más, empujando a la humanidad hacia el abismo ecológico.

*ONU CLIMATE CHANGE *UNAM CRISIS HIDRICA Y CAMBIO CLIMATICO UNA REALIDAD MUNDIAL

ES CUANTO

ADENDDUM: La inseguridad y falta de estado de derecho que crece de manera constante en nuestro país, y afecta cada vez más a territorios y comunidades. El municipio de Tila, en Chiapas, se ha vuelto un nuevo foco rojo. Todos los pobladores de Tila padecen las consecuencias del crimen organizado, que prevalece en toda la entidad chiapaneca, en un municipio donde ni siquiera hubo condiciones para instalar casillas en las pasadas elecciones; en un estado en el que, de acuerdo con el último ENSU, 74% de las personas dijeron sentirse inseguras en Tuxtla y 86.5% en Tapachula. ¿Qué va a pasar en este municipio, donde el abandono del estado y la falta de estado de derecho llevó a la comunidad a huir en masa.