A CONFESIÓN DE PARTE, RELEVO DE PRUEBAS
Francisco Gurguha
“A confesión de parte, relevo de pruebas”, es un axioma jurídico que significa que quien confiesa algo libera a la contraparte de tener que probarlo.
Con este martillazo en la cabeza, es más que suficiente para revertir el supuesto caso de “robo con violencia” que montó el “pastor” Rubén “N” en contra de su ex esposa Karen “N”, quien se habría divorciado de él legalmente en septiembre de 2024 después de “vivir” un calvario de 14 años.
El confeso pastor quedó muy dolido tras ver que Karen había encontrado refugio en una nueva pareja, diferente a él, quien se define como auténtico verdugo de su ex pareja calificándose de motu proprio como “violento, manipulador, golpeador, hombre armado, infiel”, etc.
Es esta una confesión llana y perfecta que lleva a descubrir la urdimbre de un hombre “mentiroso, inmundo, soberbio, maltratador, mitómano, compulsivo, celoso y ventajoso” (SIC) que se aprovechó de una mujer que lo único que hizo fue huir de un hogar donde ya no podía vivir bajo la violencia cobarde y desmedida de su pareja.
Es aquí donde se desvanecen todas las “pruebas” infundadas que violaron el debido proceso y violentaron todas las garantías a las que aún tiene derecho la acusada Karen “N”, quien no ha tenido las mismas atenciones y favores políticos e influencias para defenderse de un ataque misógino, artero y cruel de quien ya se descubrió, por boca suya, la clase de pareja que fue con quien se cansó de todos esos golpes físicos, sicológicos y morales que hicieron mella a pesar de ser quien le profesó amor y fidelidad hasta el último día del horrendo claustro.
No hay más calificativo para alguien que se describe como lo que es y golpea su pecho pidiendo un perdón al cielo que no lo tiene a pesar de investirse como “pastor” de un rebaño al que mancha, mancilla y lastima con su actitud beligerante contraria a los cánones religiosos.
¿De dónde habrá sacado el o las armas que asegura haber tenido en su poder para someter a su ex esposa? ¿Por qué no prosperó la primera denuncia penal por violencia que interpuso Karen “N” hace un año?
Es indiscutible que este sujeto goza de privilegios políticos de quienes atiende en sus negocios y amarres en las grandes esferas del poder para mantener impunidad e inmunidad.
Apenas el 4 de septiembre del año pasado alcanzó su registro para su congregación, una más de las 580 existentes en Chiapas, la cual puso como representante a su ex esposa ¿por qué? ¿Para qué?
El dominio que ejercía sobre su ex pareja es el mismo que mantiene con sus seguidores, pues, nadie lo cuestionó cuando les reveló su verdadera identidad de maldad y crueldad contra la mujer que la acompañó 14 años en esa aventura de la que se sirvió con la cuchara grande de los diezmos que hoy reclama su madre como robo pero que, en los hechos reales, fue en diciembre de 2024 cuando esta interpuso una denuncia ante la Fiscalía General del Estado.
El 22 de febrero cumplió cuatro años que creó su página personal de Facebook, donde relata temerariamente la violencia en razón de género ejercida en contra de Karen. Da cuenta de forma clara y detallada de cómo fue su comportamiento hostil y del cual implora arrepentimiento a Dios, pero no se somete a ninguna autoridad tras declararse culpable de más de un delito
¿Quién en su sano juicio tiene bajo su colchón más de 10 millones de pesos siendo prominente y prodigioso empresario?
¿Acaso no cabía en un banco tantos millones de pesos? ¿O se trata de una flagrante evasión de impuestos al Servicio de Administración Tributaria (SAT)?
¿Quién lo protege? ¿Acaso su tía la diputada federal Karina del Río? ¿Sus amigos políticos que ahora están en el nuevo gobierno?
El tema tiene cola y habría qué investigar también muy, pero muy a fondo, el enriquecimiento inexplicable del controvertido golpeador de mujeres que en menos de 10 años pasó de tener la tiendita de materiales para construcción “San Rubén”, a facturar más de 100 millones de pesos a los ayuntamientos de Simojovel, Bochil, Jitotol y una larga lista con quienes hacían de las suyas y con las cuales de pronto también comenzaron el negocio de abastecimiento de “huachicol”.
En México, la violencia contra las mujeres está definida como cualquier acto u omisión que cause daño o sufrimiento a las mujeres únicamente por cuestiones de género (esto, de acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia). El daño provocado por estas acciones u omisiones puede repercutir en diferentes esferas de nuestra vida, como la económica, la física o la emocional.
De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), en México se han reconocido por lo menos cinco tipos de violencias contra las mujeres:
*Violencia psicológica, que va desde humillaciones hasta abandono e inducción al suicidio.
*Violencia física, que en casos graves puede desembocar en el feminicidio.
*Violencia patrimonial, la cual consiste en dañar documentos, bienes o recursos económicos de las mujeres, limitando así su supervivencia.
*Violencia económica, manifestada a través de la limitación de ingresos para las mujeres; esto incluye la desigualdad salarial y el arrebato de la autonomía económica de la mujer.
*Violencia sexual, la cual daña física y psicológicamente a las mujeres y lleva implícita una demostración de poder por parte de los agresores.
El Código Penal Federal (CPF) reconoce la violencia familiar y la castiga con entre seis meses y cuatro años de prisión. El o los agresores no sólo pueden ser parejas o exparejas: también parientes de las víctimas.
Por otro lado, cuando hay violencia económica o actitudes discriminatorias contra las mujeres en el ámbito laboral o educativo, la pena es de uno a tres años de prisión o de ciento cincuenta a trescientos días de trabajo a favor de la comunidad y hasta doscientos días multa.
Por alguna razón, el “pastor” influyente no ha sido castigado por nadie (al menos en la tierra), pero se espera se haga justicia con humanismo, como pregona el nuevo gobierno, para evitar un juicio totalmente orquestado a fin de saciar la sed de venganza de un violentador confeso.