PREVENIR EL TABAQUISMO Y ALCOHOLISMO: UNA PRIORIDAD NACIONAL
Carlos Hiram Culebro Sosa
En México el tabaquismo y el alcoholismo no son sólo problemas de salud pública, son epidemias sociales que afectan a millones de familias, debilitan el sistema sanitario y erosionan el tejido comunitario. Las cifras no mienten. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT), más del 17% de la población mexicana mayor de 12 años consume tabaco, y casi el 40% ha tenido un consumo excesivo de alcohol en el último año, por ello, prevenir estas adicciones es una necesidad urgente.
La exposición temprana, la normalización del consumo en medios de comunicación, la presión social y la falta de políticas efectivas de prevención en escuelas y comunidades son algunos de los factores que explican el avance silencioso de estas adicciones que son la puerta de entrada a las drogas ilícitas. En zonas vulnerables el consumo se vincula con pobreza, violencia y falta de oportunidades, lo que crea un círculo difícil de romper.
La prevención debe empezar desde la infancia, con educación en casa y en la escuela. Hablar abiertamente sobre los riesgos del tabaco y el alcohol; sin embargo, como lo ha expresado en varias ocasiones el autor de esta nota, no hacerlo con una copa en la mano o un cigarrillo en la boca; asimismo, fomentar habilidades para resistir la presión social y promover estilos de vida saludables.
El papel del Estado también es clave. Es indispensable fortalecer las campañas de información masiva, pero no con mensajes alarmantes como lo ha hecho en algunas ocasiones las autoridades de salud, sino con estrategias creativas que realmente conecten con la juventud. Asimismo, se deben ampliar los espacios libres de humo, aumentar los impuestos al tabaco y al alcohol y garantizar el acceso a tratamiento gratuito para quienes ya enfrentan la adicción.
Por otro lado, las políticas públicas deben incluir a los sectores educativo, laboral, deportivo y cultural. Es en esos entornos donde pueden consolidarse verdaderos entornos protectores.
Prevenir el tabaquismo y el alcoholismo no es tarea de una sola institución. Requiere el compromiso de familias, maestros, médicos, periodistas, líderes comunitarios, autoridades y seguramente también de quien lee este texto. Solo así será posible construir una cultura de autocuidado y responsabilidad social.
En una nación donde la salud es un derecho y no un privilegio, la prevención debe ser parte del futuro que queremos: uno en el que las generaciones nuevas vivan libres de adicciones y con mayores oportunidades de bienestar.