Por Fernando Hinterholzer Diestel
La relación bilateral México- Estados Unidos pasa por un momento sumamente peligroso para nuestro país. Existe un procedimiento en curso “para desestabilizar y encajonar a la presidenta Sheinbaum”, y cuya única finalidad es la de aceptar todas las exigencias de Washington, donde seguramente han percibido, como sucede en el país, que sus espacios de maniobra están muy reducidos (por el Sr. de Palenque). En la política actual, el control de la narrativa es tan relevante como el control de los hechos. México no ha solo perdido la iniciativa en esta crisis migratoria y de aranceles, sino que entregó el escenario completo. Mientras el gobierno norteamericano envía una discursiva de fuerza y cohesión, aunada a la acción en contra de los inmigrantes, el gobierno mexicano brinda una exhibición muy pobre de negligencia y desarticulación frente a la crisis. Lamentablemente, no tiene la Presidencia un grupo de comunicación debidamente preparado para anticipar escenarios, ni siquiera una estrategia diplomática para impulsar la narrativa de la presidenta desde un terreno común. En su lugar, “México cayó en los embustes discursivos de los gringos”, contestando en los términos impuestos por ellos. La secretaria de Seguridad de Estados Unidos acusó a la Dra. Sheinbaum de incitar las protestas en California y, en este sentido, la comunicación en estos niveles no se trata de “persuadir” a la audiencia, sino más bien de “ofrecer confianza”. “La chica Rambo de Trump”, lo soltó ante las cámaras sin ambages: “Claudia Sheinbaum salió públicamente y alentó protestas en Los Ángeles”, “prácticamente la condeno por eso. No debería estar incentivando las protestas violentas que están sucediendo”. Pero si la declaración fue devastadora y no le mostró ningún respeto diplomático (ya que se refirió a ella, por su nombre sin título, como marca la cortesía y el protocolo), el contexto en el que se dio acentuó lo delicado del momento.
La presidenta se defendió, declarando que era “absolutamente falso” lo que había dicho Noem, pero en lugar de ser, el secretario de Seguridad Pública, García Harfuch, quien hablara con ella para aclarar las cosas y resolver el diferendo, anunció que había subido a su cuenta de X sus declaraciones del lunes, donde condenaba las manifestaciones violentas. Si fue pertinente el rechazo a los señalamientos de Noem, fue una estulticia, por no decir “una tarugada de principiante”, que le dejara pruebas de que actuó de buena fe en las redes sociales. La política y la diplomacia no se resuelven en público. Ciertamente Sheinbaum hizo un llamado a la comunidad inmigrante mexicana para que “no se manifestara violentamente ni cayera en provocaciones”. Pero la perversidad política de Trump y sus esbirros, sugiere que esperaban que la presidenta mexicana guardara un silencio prudente, o que descalificara las manifestaciones. Sheinbaum, modificó su discurso, de uno intervencionista, donde incitaba hace dos semanas a que se movilizaran los inmigrantes contra el impuesto a las remesas, a uno enfocado en el respeto de sus derechos humanos.
De esta manera, nuestra presidente atravesó, así, la delgada línea al meterse en la política interna de EU. Hasta ahora, la jefa del Estado se había mantenido de manera razonablemente correcta frente a Trump y su gobierno con todas sus amenazas en contra de México. Cometió un error discursivo. El problema es que, con un gobierno perverso y agresivo como el de Trump, no se pueden cometer equivocaciones. Pero la relación de los dos países trae varios temas en la agenda bilateral que siguen aún sin resolverse: los aranceles violatorios al T-MEC, la prohibición de la exportación de ganado mexicano por el gusano barrenador, la percepción estadunidense de una colusión del gobierno mexicano con el crimen organizado, las presiones para que México entregue más agua del rio Bravo, la revocación de las visas a funcionarios. Una recomendación vuelve a ser, “mantener la cabeza fría”, presidente, en la defensa de los intereses nacionales, de hecho, no hay margen para cometer ni una sola equivocación más. La realidad es que la estrategia populista de la nueva autocracia mexicana no puede revertir la crisis. Al contrario, se agravará porque insisten en gobernar bajo los designios del señor de Palenque, “cuya prioridad es mantener el poder a través de otra persona, por 50 años”. A todo ello le agregamos la lista de pendientes del gobierno norteamericano que van desde clasificar a los capos mexicanos como narcoterroristas hasta cancelar visas y castigar con aranceles a productos mexicanos de exportación como el aluminio y el acero. Lo qué si ha hecho el gobierno de la 4T para tener tan molesto a Trump: que fueron omisos ante el crecimiento de los criminales mexicanos que, en el sexenio pasado, extendieron sus tentáculos como nunca gracias al trasiego de drogas sintéticas, principalmente el fentanilo. Además, alentaron la migración ilegal desde nuestro país y Centroamérica hacia Estados Unidos.
La jefa del Estado mexicano se encuentra cercada por el torbellino de las mafias criminales, herencia de su antecesor, quien le impone las principales decisiones. Por otro lado, las presiones de Trump y los terribles vicios de corrupción y dictatoriales de su partido, Morena. En consecuencia, el gobierno mexicano a su cargo está limitado y secuestrado por estas fuerzas, provocando que la defensa del Estado y de la ciudadanía, sea un ejercicio inútil. Hoy en día, ambos están expuestos a la violencia y la inseguridad desbordada que se vive en el país. El autoritarismo y la corrupción de su gobierno, han hecho que la gobernanza sea inaccesible o, por lo menos, cuando ésta se llega a dar, sea caótica. La presidente parece no entiende o acepta que lo que Washington y sus agencias de inteligencia le exigen, es entregar a políticos identificados con las actividades criminales de los cárteles y que tienen vínculos estrechos, y han penetrado a los gobiernos en sus tres niveles. Si optara por gobernar ella misma y detentar “una presidencia propia” y sin Maximato de por medio, tendría que poner límites con su antecesor, quien presumiblemente tiene un largo historial de nexos con los carteles criminales. Esto por supuesto le ayudaría a tener un mayor margen de acción en su estrategia anticrimen y en otras muchas tareas de Estado. Por lo pronto, es evidente que Sheinbaum no tiene ni voluntad ni la fuerza necesarios, para llevar a cabo una decisión tan radical, toda vez que dicho pacto, es la que tiene hundida al país, en una autocracia y en una crisis política interna y externa de dimensiones nunca vistas en la historia reciente de México.
En la presente coyuntura donde es evidente que la relación bilateral pasa por momentos sumamente delicados, la reafirmación de que México ha perdido el control territorial y la presión latente sobre la omisión del gobierno mexicano de llamar a cuentas a funcionarios ligados con el crimen organizado, abren ventanas de oportunidad
ES CUANTO
ADDENDUM: El problema del gusano barrenador está fuera de control en Chiapas, pero ni el gobierno federal ni el estatal quieren reconocerlo y por si algo faltara hay otra mezcla negativa: los ganaderos no están contribuyendo para solucionarlo. Chiapas es uno de los principales estados productores de ganado bovino a nivel nacional, con más de 1.6 millones de cabezas. Gran parte de ellas están en riesgo, igual que en estados vecinos como Tabasco. Un gran número de productores locales han detectado una ola del gusano como nunca antes se había visto, pero omiten reportar las infecciones por miedo a que les impongan una cuarentena.