Maestros de la protesta, ausentes en las aulas

MAESTROS DE LA PROTESTA, AUSENTES EN LAS AULAS

Alfonso Grajales

Sexenio tras sexenio, gobierno tras gobierno, y ahí sigue la CNTE bloqueando calles, tomando carreteras, plantándose en aeropuertos, paralizando ciudades enteras. Y todo con la bandera de siempre: “la lucha por la educación”. 

Pero seamos serios. Hace mucho que dejaron de luchar por los niños y empezaron a jugársela, sólo que en el mal sentido y por sus propios intereses.

Y esta vez no es la excepción. 

Desde el 15 de mayo, la Coordinadora activó una huelga indefinida en perjuicio de ocho millones de alumnos de Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Zacatecas, estados donde cerró casi 20 mil escuelas, tomó avenidas y casetas, mientras en la Ciudad de México mantiene un plantón en el Zócalo y bloqueó el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. 

Porque claro, si no jodes al ciudadano de a pie, al que llega tarde a su chamba, al que pierde el vuelo, al niño que se queda sin clases, entonces ¿qué gracia tiene?

Exigen, entre otras joyitas, un aumento salarial del 100 por ciento y la desaparición de la USICAMM. ¿Por qué? Porque no les gusta ser evaluados. Porque quieren más lana, sin rendir cuentas. Porque les vale un cacahuate si el país tiene presupuesto o no. 

Lo peor es que saben que el gobierno no va a aplicar la mano dura. Por eso se ponen al brinco. Por eso presionan, chantajean, cierran, gritan. Y luego se quejan si alguien les dice sus verdades.

Mientras tanto, ¿quién paga los platos rotos? Nosotros. La ciudadanía. La señora que vende comida en la esquina y no pudo abrir porque le cerraron la calle. El estudiante que perdió la clase. El papá que se echó horas en el tráfico porque la CNTE decidió tapar las calles. El turista que peló gallo con su vuelo porque los profes decidieron bloquear el aeropuerto.

Los empresarios, claro, también se llevan su tajada amarga, absorbiendo pérdidas millonarias mientras el gobierno se queda viendo, como si le estuvieran contando una novela.

Y ahí está el discurso de siempre de “el diálogo es la única vía”. Sí, cómo no. 

El problema es que el gobierno quiere dialogar y la CNTE quiere imponer. Y cuando no se les concede todo, arman un pancho con bloqueos, gritos y más exigencias. Porque no hay límites, porque saben que, al final, alguien en el poder va a doblar las manos.

Pero ya estuvo. Si no se va a reprimir —porque nadie pide violencia— entonces mínimo que se les descuente el día. Que se les aplique la ley como a cualquier hijo de vecino que falta a su trabajo. ¿No trabajan? No cobran. ¿Abandonan aulas? Se les reemplaza. ¿Rompen la ley? Que enfrenten las consecuencias.

Porque en México hay miles, millones, que sueñan con una plaza docente. Gente que sí quiere enseñar, que sí ama el salón de clases, que sí entiende que la docencia es una vocación, no un botín político. Pero no pueden entrar porque la CNTE y sus aliados sindicales tienen las llaves del changarro.

¿Y saben qué es lo más triste? Que muchos de esos maestros inconformes, esos que hoy exigen el cielo, tienen talento, tienen entrega. Pero se dejan arrastrar por los que convirtieron el oficio más noble del mundo en una franquicia del chantaje.

Hoy sí hay que reconocerle algo a la presidenta Sheinbaum. Cuando canceló la reunión con la CNTE, mandó el mensaje correcto. No al chantaje. No a la presión. No a las reuniones bajo amenaza. Porque esto ya se volvió costumbre, y ya ni la chingan. 

A ver si ahora sí los mandan por donde vinieron, con su lista de exigencias, su huelga y su eterno papel de víctimas.

¿No hay dinero para aumentarles el 100 por ciento? Pues no se les da. Así de fácil. Porque si seguimos cediendo a cada grito, vamos a terminar gobernados por el que más bloquee, no por el que más razone.

La educación no se defiende en las calles, sino en las aulas. El respeto no se gana cerrando casetas, sino formando alumnos. El verdadero maestro no chantajea. Enseña. Inspira. Se queda en el aula cuando todos se van.

Y si la CNTE ya no quiere eso, pues que se vayan. Porque México sí necesita maestros, pero no de esos.

Nos leemos pronto.

ESPINACAS

Por Popeye

Bloquean, gritan, se ponen gallitos,

y exigen más lana sin méritos.

Con plaza, descaro y huelga total,

la CNTE da clase… de chantaje moral.

¡Seco el elotazo…!