SE NOS ESTÁ CAYENDO EL CASTILLO DE ARENA
Alfonso Grajales
¿Se acuerdan cuando ser clase media era como estar en la parte buena del sándwich? Ni tan jodido, ni tan fifí. Pues adiós a esa ilusión. Ese privilegio ya se nos está yendo por el caño.
Ser clase media en México ya no es sinónimo de estabilidad. Es un deporte extremo, sin casco, sin red, y con los políticos aventándote piedras desde arriba.
Antes, si tenías casa con Infonavit, carrito aunque fuera chocado, chamacos en escuela decente y chance de soñar con unas vacaciones en Acapulco, eras alguien que se podía dar por bien servido. Ahora, si sigues con todo eso, eres un milagro ambulante.
Porque la lana ya no alcanza. Y no es que uno sea gastalón, es que todo se disparó. La inflación nos muerde y los sueldos siguen estancados. El súper duele. El recibo de luz asusta. La gasolina truena la quincena. ¿Y la respuesta del gobierno? Discurso, spots y abrazos.
Conseguir una chamba decente es como jugar a la lotería sin cachito. Y los que ya tenían una, ahora temen perderla. La clase media está pataleando en el agua, con la cabeza apenas fuera, mientras desde el gobierno les avientan discursos en lugar de salvavidas. No se dan cuenta que, si esta clase se hunde, se jala a todo el país.
Porque sí, la clase media trabaja, consume, paga impuestos y mantiene este circo andando. Pero como no sale a bloquear calles ni se arrodilla por programas sociales, es invisible. Silenciosa. Y por lo visto, prescindible.
Y no es que pidamos milagros. Nomás queremos que no nos pongan el pie encima mientras tratamos de mantenernos de pie. Que no nos frieguen más con impuestos disfrazados, recortes absurdos y servicios públicos de tercera.

¿Sabes qué es lo más triste? Que muchos que se creían estables, ya están bajando peldaños. Que la bajada no es opcional ni gradual, es en picada. Gente que antes vivía al día, ahora vive con deuda. Que tenía seguro, ya no lo puede pagar. Que iba al cine, ahora ve la tele con volumen bajito para no gastar luz.
Y mientras tanto, los genios del poder andan en campaña eterna. Presumiendo datos inflados y logros de papel. Haciendo shows en redes, hablando de justicia social mientras la clase media chupa faros.
Así que ahí está el castillito de arena. Hecho con años de trabajo, de desvelos, de sacrificios. Y ahí viene la ola. Pero no la del mar, sino la del abandono, la indiferencia, la hipocresía.
Y cuando se derrumbe, no digan que no se les advirtió.
Nos leemos pronto.
ESPINACAS
Por Popeye
La clase media se desmorona,
y el gobierno le echa una corona.
“Vivimos mejor”, dicen sin pena…
¡mientras vacían la alacena!
¡Seco el elotazo…!