AFTOSA, GUSANO Y OTRAS PLAGAS PRESIDENCIALES
Alfonso Grajales
México es tan surrealista que un presidente decidió abrir la frontera a carne extranjera sin revisar si venía con bichos incluidos.
Porque sí, en 2022, cuando medio país aún festejaba el triunfo de Morena, López Obrador lanzó su genialidad: el Acuerdo de Apertura Contra la Inflación y la Carestía.
¿La solución mágica? Quitar aranceles e inspecciones sanitarias a la carne importada. Así nomás, sin preguntar si traía fiebre aftosa, gusanos tropicales o vacas con flato.
Desde entonces, productores, científicos y hasta el Senasica le gritaron “¡aguas!”. Le advirtieron que importar carne sin controles era como invitar a un bolo a cuidar la barra. Pero ya sabemos cómo opera el obradorismo: cuando les das datos, te acusan de fifí; cuando les das razones, te acusan de traidor.
La cosa es que el gusano barrenador, erradicado desde 1991, ya anda haciendo fiesta en Panamá, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala. Y claro, cruzó a México como Pedro por su casa gracias a la “Licencia Única Universal”, esa joyita que básicamente suspendió toda regulación sanitaria. ¿Resultado? Pues ahí tienen al campo mexicano, otra vez, al borde del colapso sanitario, con riesgo real de perder su estatus de exportación.
Y ojo: no es solo una plaga rural. Si la fiebre aftosa entra, se joden los ranchos, se friegan las exportaciones, se van los empleos, suben los precios y nosotros terminamos comiendo carne de dudosa procedencia… cuando se pueda pagar. Todo por no querer ponerle trancas a la frontera sur.

Mientras tanto, los ganaderos andan que no los calienta ni el sol. Han interpuesto amparos, han hecho llamados, han suplicado cordura. Pero el gobierno federal sigue de necio, creyendo que la carne argentina es barata y saludable porque lo vieron en el Cooking Channel.
AMLO se quejaba en 2022 de que “había muchos obstáculos para traer carne buena y barata”. Uno de esos obstáculos, dijo con desprecio, era la sanidad. Y sí, expresidente, justo por eso estábamos sanos.
Hoy, Estados Unidos nos cerró la puerta y amenaza con dejarla así si no tomamos medidas. Pero nuestra flamante presidenta Sheinbaum ya dijo que no piensa cerrar la frontera sur. Parece que prefiere rifársela con la suerte, aunque el país se termine llenando de gusanos.
Esto no es alarmismo. Es el resultado directo de una política populista que prefiere las ocurrencias sobre la ciencia, la improvisación sobre la prevención y el control de daños sobre la planeación.
Si no se actúa con seriedad, nos vamos a quedar sin carne nacional, sin exportaciones, y con un campo tan infectado que ni los zopilotes van a querer aterrizar.
Porque abrir las fronteras sin control, en nombre de la inflación, es como invitar al diablo a una carne asada para combatir el calor. Parece ingenioso, pero terminas con fuego en la lengua y gusanos en el plato.
Así que mientras el gobierno sigue jugando a ser el redentor del pueblo, el campo mexicano está a punto de chupar faros por culpa de un decreto que priorizó los votos sobre las vacas, y la demagogia sobre la salubridad.
Y pensar que lo único que había que hacer era escuchar a los que sí sabían.
Nos leemos pronto.
ESPINACAS
Por Popeye
Sin freno y sin revisión,
el campo va al panteón.
Abrieron por ocurrencia…
y sembraron pestilencia.
¡Seco el elotazo…!