La lección de Mújica: el ejemplo incómodo

A ESTRIBOR

Juan Carlos Cal y Mayor

LA LECCIÓN DE MÚJICA: EL EJEMPLO INCÓMODO

Alguna vez, José “Pepe” Mújica —exguerrillero, presidente de Uruguay, filósofo de huarache y campesino por convicción— fue citado por el propio López Obrador como ejemplo de esa izquierda auténtica, austera, franciscana. Lo hizo cuando aún vendía esperanza, se trasladaba en un Tsuru, volaba en vuelos comerciales y antes de que el discurso se convirtiera en coartada y la humildad en decoración escenográfica. Mújica renunció al boato, al sueldo, a los privilegios. Gobernó desde su chacra, se desplazaba en un Vocho, y devolvía parte de su salario al Estado. No como teatro, sino como ética personal y política. Una congruencia que brilla por su ausencia en estos tiempos.

AUSTERIDAD DESECHABLE

Si estás en desacuerdo con un modelo económico que -según tú- genera desigualdad, lo mínimo exigible es no replicarlo en tu estilo de vida. Pero esa lógica tan elemental parece demasiado radical para quienes hoy ocupan los cargos que antes criticaban. Basta con darse una vuelta por el Congreso local o federal o las oficinas de muchos funcionarios para comprobar que el ideal de Mújica, cuyo legado llenan de elogios, fue arrojado por la borda entre camionetas blindadas, trajes de diseñador y dietas bien untadas.

CLASE TURISTA

Noroña dice que tiene derecho a volar en primera clase porque no roba: gracias. Faltaba más: el nuevo ideal del izquierdista de abolengo no es vivir como el pueblo, sino viajar cómodo mientras lo representa. Austeridad, pero con pasillo ancho, menú premier y copa de vino espumoso en mano. El rey de los parásitos, en su declaración patrimonial, reportó la posesión de dos camionetas Volvo: una modelo 2018, adquirida mediante cesión de derechos por 650 mil pesos, y otra modelo 2021, comprada a crédito por 1.5 millones de pesos.

EL AZOTE DE LA CASTA

El español Pablo Iglesias, quien se forjó como el azote de “la casta”, terminó representando perfectamente aquello que decía combatir. De predicar en overol sobre la austeridad y la dignidad de la clase trabajadora, pasó a vivir en un chalet de más de 600 mil euros con alberca, escoltas y niñera pagada por el Estado. Como tantos otros, su lucha no era contra el privilegio, sino por acceder a él.

LA HERENCIA DE LA REVOLUCIÓN

María Gabriela Chávez, hija de Hugo Chávez, ha sido señalada por acumular una fortuna calculada en más de 4,000 millones de dólares, lo que la colocaría entre las personas más ricas de Venezuela. Las sospechas apuntan a contratos gubernamentales irregulares y gastos ostentosos durante su tiempo como funcionaria en la ONU.

CON ZAPATOS BASTA… 

Cuando le preguntaron al expresidente Obrador sobre la “casa gris” en Houston (una ostentosa residencia donde vivía su hijo mayor), solo alcanzó a decir “Al parecer la señora tiene dinero”, refiriéndose a su apergollada nuera, dedicada al cabildeo para hacer tratos que no dejan huella, sobre millonarios contratos, al tiempo de acuñar la famosa frase de que “para ser feliz no hace falta mucho, con unos zapatos alcanza…” que luego esgrimió el hijo prodigo de Macuspana, como símbolo de su discurso de austeridad y vida sencilla.

POBRES, PERO ÚTILES

La izquierda en el poder ha adoptado el estilo de vida del privilegiado contra el que tanto despotricó. ¿No que austeridad republicana? ¿No que primero los pobres? La diferencia es que ahora los pobres son usados como justificación para detentar y retener el poder, no como prioridad para gobernar. Los gobiernos de la 4T no han hecho de la pobreza una causa, sino un capital político que administran con precisión electoral.

VIRTUD Y CONVENIENCIA

Mientras tanto, el discurso del resentimiento —esa narrativa de buenos y malos, de ricos explotadores y pobres redimidos— sigue siendo el combustible ideológico. Se construye un relato binario donde tener es pecado y carecer, virtud. Pero la verdadera paradoja se revela cuando esos mismos apóstoles de la justicia social acceden al poder… y se comportan exactamente igual que los que antes criticaban. A veces peor.

EL NEGOCIO DE PREDICAR

La “izquierda caviar”, como se le llama en otros países, es esa variante parasitaria de la política: vive de repartir el dinero ajeno con fines clientelares, predica la igualdad mientras escala privilegios, y esconde su hipocresía detrás de causas nobles. A la hora de la verdad, lo suyo no es acabar con la desigualdad ni transformar, sino asegurarse una silla en el reparto de beneficios.

MÚJICA NO CABE EN EL REPARTO

Llama a sorna el ver a la izquierda parándose el cuello con el sombrero de Mújica. Compararlo con Fidel, Chávez o el Che Guevara es un insulto a su memoria. Más allá de su ideología fue un humanista que dejó notables discursos para las próximas generaciones. Mújica demostró, sin decirlo, que otra izquierda es posible. Pero no rentable. Su legado es incómodo porque exige coherencia. Porque no basta con citarlo, hay que imitarlo. Y eso en política es casi una ofensa.