A ESTRIBOR
Juan Carlos Cal y Mayor
REMESAS Y TRANSFERENCIAS: EL SALVAVIDAS INVISIBLE DE CHIAPAS
Durante décadas, Chiapas ha sido uno de los estados más rezagados en desarrollo económico, pero en los últimos años ha empezado a destacar en un rubro inesperado: las remesas. Lo que antes parecía un ingreso marginal enviado por quienes se habían marchado al “otro lado”, hoy se ha convertido en uno de los pilares económicos del estado. Y a eso se suma la millonaria derrama de los programas del Bienestar. ¿Qué explica este nuevo modelo? Y sobre todo: ¿a dónde nos está llevando?
DE LA DIÁSPORA A LA DEPENDENCIA
Según datos del Banco de México, Chiapas recibió en 2023 más de 4,300 millones de dólares en remesas, quintuplicando la cifra de 2018. Este aumento no se debe solo a mejoras tecnológicas en los sistemas de envío, sino al éxodo creciente de chiapanecos que, ante la falta de oportunidades, han migrado principalmente a Estados Unidos. La paradoja es brutal: mientras más se vacían los pueblos, más dinero entra. Y mientras más dinero entra, menos parece importar que no haya empleos ni desarrollo productivo local.
A la remesa sentimental del migrante, hoy se suma la remesa electoral del gobierno: los programas sociales. En 2024, el gobierno federal destinó a Chiapas más de 65 mil millones de pesos en transferencias directas. Una cantidad equivalente al 90% de su presupuesto estatal. El resultado es un modelo económico sostenido por el trabajo ajeno: el de quienes se fueron… y el de quienes pagan impuestos en otras partes del país.
UN CONSUMO SIN PRODUCCIÓN
El impacto inmediato es visible: más dinero circulando, más consumo local, mayor dinamismo comercial. Pero también es engañoso. Esta economía de transferencia genera burbujas de gasto que no necesariamente se traducen en inversión ni en crecimiento sostenible. Se compran más motos, se remodelan casas, se abren tiendas… pero no se crean industrias ni se fortalecen cadenas productivas.
El ingreso no proviene del trabajo en la tierra ni de la transformación de materias primas locales. Llega del extranjero o del centro del país. Y cuando una economía vive más de lo que recibe que de lo que produce, está en piloto automático.
EL ESPEJISMO DE LA INCLUSIÓN
Muchos celebran que haya más dinero en los bolsillos del pueblo. Y es cierto: por primera vez en mucho tiempo, miles de familias tienen liquidez. Pero la inclusión económica no debe confundirse con subsidio. No hay movilidad social ni autonomía productiva en un modelo basado en asistencialismo perpetuo. La dependencia genera lealtad política, pero no ciudadanía responsable ni sociedades libres.
La otra cara de esta bonanza aparente es el debilitamiento del tejido productivo local. El joven que recibe una beca no trabaja ni estudia. El adulto mayor que cobra su pensión no exige servicios públicos. El comerciante que vende con remesas no necesita mejorar su oferta. La comunidad se acomoda, pero no se desarrolla.
Un estudio realizado por el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard (CID) concluyó que la mayoría de los municipios de Chiapas no ofrecen alternativas laborales suficientes debido a una estructura económica poco diversificada y de baja complejidad.
Este análisis, basado en datos municipales, reveló que las diferencias de ingresos dentro del estado son mayores que entre regiones, lo que indica que las oportunidades laborales están concentradas en unas pocas zonas urbanas, mientras que la mayoría de los municipios carecen de opciones productivas más allá de la agricultura de subsistencia y los programas sociales.
¿REMESAS PARA SOBREVIVIR O PARA EMPRENDER?
¿Se puede canalizar este ingreso hacia el desarrollo? Sí, pero no con discursos triunfalistas. Se necesita infraestructura, crédito, innovación y visión. Que las remesas sirvan para abrir cooperativas, tecnificar el campo, agregar valor a nuestros productos. Que los apoyos sociales no desincentiven el trabajo, sino que acompañen la transición hacia la productividad.
Hoy Chiapas vive una paradoja histórica: nunca había recibido tanto dinero del exterior y del gobierno… y sin embargo, sigue siendo de los estados más pobres del país. Si no corregimos el rumbo, pasaremos de la marginación a la sedación económica: callados, agradecidos y empobrecidos.
La economía de la dádiva es cómoda. Pero no libera. Y en Chiapas, más que dinero, lo que falta es futuro.