¿Y DESPUÉS DEL 30 DE ABRIL, QUÉ?
Alfonso Grajales
Se acerca el 30 de abril y ya todos andan con la piñata lista, los globos inflados y el show de payasos contratado. Las escuelas preparan festivales, los papás compran dulces a granel y los políticos, faltaba más, ya andan sacando sonrisas forzadas pa’ las fotos. Pero yo tengo otra pregunta: ¿y los niños cómo están?
Porque celebrar un día está bien. Pero hacer como que todo el año los tratamos bien… ¡eso ya es hacerse pijiji! Aquí va la verdad: a muchos chavitos no les falta un regalo, les falta una vida digna. Les falta mamá y papá presentes, les falta escuela con baños que sirvan, maestros que enseñen y comida que no los empache de azúcar.
Ya estuvo bueno de pensar que un globo compensa la ausencia. Que una bolsita de dulces borra la violencia, la indiferencia o la tableta que les aventamos pa’ que se callen.
Por qué no procuramos más diálogo y menos silencios incómodos. Más cuentos en voz alta y menos redes sociales.
Y va para todas, todos y todes ¿eh?
Papás y mamás: no, no están criando a sus hijos solo porque les compran lo que quieren. Si el niño no habla es porque nadie le pregunta nada. Si no lee, es porque ustedes tampoco agarran un pinche libro ni por error. Si se aísla, es porque ya se cansó de vivir con fantasmas que solo lo regañan por WhatsApp.
Maestros: más vocación y menos trámites. La infancia no es solo llenar planas. Es enseñarles a pensar, a soñar, a defenderse de un mundo que ya viene cargado de maldad. Ustedes son la última trinchera entre el niño y el mundo. No se les olvide.
Tíos, tías, hermanos, vecinos, todos: no hagan como que no ven. Si conocen a un niño que la pasa mal, pregúntenle si necesita ayuda. Si uno anda agüitado, no le digan échale ganas y ya. ¡No chinguen! Abrácenlo, escúchenlo, acompáñenlo. Porque a veces un gesto salva más que mil palabras.
Gobierno: menos discursos y más resultados. ¿De qué sirve celebrar el “Día del Niño” si hay millones que no tienen ni que desayunar? ¿De qué sirve regalar balones si en su colonia no hay una cancha que no esté invadida por malandros? Ya ni la amuelan. Déjense de discursos y pónganse a chambear.
Y sí, tal vez esto suena a regaño. Y lo es. Porque la infancia en México está siendo olvidada con una sonrisa en la cara y el celular en la mano. Porque ya no hablamos con los niños: les mandamos audios y caritas felices. Porque se nos está yendo el alma del país entre pretextos y promesas vacías.
Así que este Día del Niño, en lugar de solo inflar globos, inflemos la conciencia. Y cuando ese chavito te sonría al recibir su bolsita de dulces, míralo bien a los ojos y pregúntate si estás haciendo lo necesario para que su vida también tenga sabor después del 30 de abril.
Nos leemos pronto.
ESPINACAS
Por Popeye
Les cantan un día, los ignoran el resto,
festejo barato, futuro molesto.
Y al terminar la función infantil…
vuelven al mundo… gris y hostil.
¡Seco el elotazo…!