REGULACIÓN CON OLOR A CENSURA
Alfonso Grajales
Ya ni disimulan. Ahora sí la 4T va directo y sin escalas a la censura descarada.
Con el argumento de “proteger la soberanía nacional”, nos quieren vender una ley que no huele a patria, sino a mordaza con moño guinda.
Y el que no lo quiera ver, es porque ya se lo tragó el sistema… o porque ya le toca hueso.
¿De qué va el asunto? Muy fácil: la nueva Ley de Telecomunicaciones que se cocinó en lo oscurito y al vapor en el Senado. Según esto, para que ningún gobierno extranjero meta su cuchara en los medios mexicanos.
Pero entre artículo y artículo, nos encajaron una daga con filo autoritario: multas millonarias para medios y plataformas que no digan lo que al gobierno le parece “correcto”, el regreso de Gobernación como el ojo que todo lo ve, y todo el poder a la nueva Agencia de Transformación Digital —que suena futurista—, pero que en realidad será el botón de silencio del Palacio Nacional.
Y el senador Ricardo Anaya lo dijo sin pelos en la lengua: “Esta no es una ley de telecomunicaciones, es una ley censura”. ¡Tómala! Y lo peor: tienen todo planeado para que nada ni nadie pueda frenarlos.
Porque con la reforma judicial en puerta, hasta la Suprema Corte será parte del mismo paquete. ¿Quieres impugnar? Pues buena suerte, compita.
Pero no es solo Anaya. Irene Levy, abogada egresada de la Escuela Libre de Derecho y presidenta del Observatorio de Telecomunicaciones de México, especialistas, cámaras empresariales, periodistas y abogados también levantaron la ceja.
Porque no hay que ser genio para entender que esta movida es para callar, silenciar, frenar. Para que ni en redes, ni en YouTube, ni en tu noticiero puedas decir algo que incomode. ¿No te late la narrativa oficial? ¡Pues vas pa’ fuera, papá!
Y lo peor: todo empezó con unos spots gringos antiinmigrantes que ya ni están al aire. Pero con ese pretexto, nos metieron 280 artículos que no tienen nada que ver con migrantes, pero sí con callar bocas.
¡Ah, qué bonito es gobernar cuando nadie te lleva la contraria, ¿verdad?!
¿Y sabes qué es lo más canijo? Que mientras nos quieren silenciar a todos, ellos van a seguir con su micrófono abierto, repitiendo que esto es por “el bien de la patria”. Que no es censura, que es “regulación”. Que no es mordaza, que es “transformación digital”.
No te hagas, Claudia: no se necesita ser un académico picudo para ver que esto es lo mismo de antes, pero con otra etiqueta. Y encima, mal pegada.
Y ya ni hablar de lo que esto significa para los medios independientes. Para los portales que sobreviven vendiendo espacios en redes. Para el chavito que tiene su canal de análisis. Para la periodista que desde su celular denuncia corrupción municipal.
¿Todos ellos también serán “enemigos del Estado”? ¿Van a necesitar permiso para decir lo que viven?
Esto no es soberanía, es sobadita para el ego presidencial. No es defensa de la patria, es defensa del poder. Y lo quieren todo: controlar el mensaje, la red, la narrativa, la crítica, el chisme, el meme. Quieren que el pueblo hable… pero quedito, y con permiso.
Y el peligro es que si hoy no decimos nada, mañana ya no podremos hacerlo. Porque este gobierno entendió que el poder no solo se ejerce en las urnas, también se impone en el silencio.
Así que si eres periodista, influencer, tuitero con filo, locutor incómodo o nomás alguien que dice lo que piensa, ve apuntando la fecha: 2025, el año en que la libertad de expresión empezó a chupar faros en México.
Porque aquí ya no basta con hablar bien. Hay que hablar bonito… o mejor no hablar.
Nos leemos pronto. O hasta que la Agencia de la Verdad Oficial me lo permita.
ESPINACAS
Por Popeye
Censuran con tinta de transformación,
la patria es pretexto, el silencio es misión.
Y mientras ellos hablan sin parar…
les pedimos permiso hasta pa’ respirar.
¡Seco el elotazo…!