Antonio Ruiz: mi relación con Felipe Aguirre 

ANTONIO RUIZ: MI RELACIÓN CON FELIPE AGUIRRE 

Carlos Hiram Culebro Sosa

Monseñor Felipe Aguirre Franco, Arzobispo Emérito de Acapulco, quien fue Obispo de la Diócesis de Tuxtla; para mí como presbítero y ahora como Obispo Guadalupe Antonio Ruiz Urquín, valoro su persona, su ser de pastor, su cercanía de amor y de padre. Tuve la dicha de que me ordenara sacerdote el 19 de marzo de 1997 en mi pueblo natal de Tapilula. Siempre valoré y admiré de Monseñor Felipe Aguirre Franco los siguientes rasgos de su persona: primero, el padre y pastor. Siempre se mostró cercano no sólo con las personas sino con el presbiterio, con los mismos seminaristas; su actitud de cercanía, su actitud de bondad, su actitud de un padre que cuida, protege y está al pendiente, de todo; el pastor que sabe guiar, que sabe conducir. Yo vi la forma como él iba impulsando la Pastoral de Conjunto con el Presbiterio, todo lo que él iba buscando, para que la Diócesis, en aquel entonces, creciera en una organización pastoral formidable. Él también fue un gran pastor que impulsó la formación de todos los sacerdotes, envió a varios padres a especializarse para un mejor servicio en la Comunidad Eclesial, de la Arquidiócesis de Tuxtla. Veo también el rasgo de él como amigo, un hombre muy cercano, un hombre de un corazón abierto que sabía dialogar con todas las personas, desde los pequeños hasta los grandes; sabía entablar diálogo sano y respetuoso con la autoridad civil, con el mundo social, político y cultural; un hombre de gran apertura. Por otro lado, valoro al hombre y pastor de oración, un hombre que en su vida siempre mostró e irradió esa alegría de la vocación y misión que vivía y cumplía, creo que fue siempre por su vida de oración. El siempre impulsaba a orar.

El siempre motivaba a la vida de oración, el amigo cercano, el padre, el pastor, que impulsó todas las dimensiones pastorales de la comunidad eclesial, concretamente de la Arquidiócesis de Tuxtla. Él veía también su preocupación por las hermanas religiosas, por los hermanos religiosos; es decir, por la vida consagrada, con un gran impulso; siempre él se mostró cercano, atento, y un gran maestro en ese sentido. Otro rasgo que valoro de Monseñor Felipe es el Maestro, el que sabe enseñar, el que enseña con su ejemplo, el que enseña con su testimonio y con su palabra; un hombre con mucha claridad en lo que decía y quería, pues esos rasgos siempre he valorado, y agradezco a Dios de la persona de Monseñor Felipe Aguirre Franco. Dios le ha concedido vivir largos años, creo yo por su entrega, su dedicación, y también porque supo enseñar a todos el cuidado personal, el cuidado de la salud, el cuidado de la persona en todas sus dimensiones.

Pues que Monseñor Felipe Aguirre Franco reciba siempre del Señor el premio, no solamente en esta vida sino en la vida eterna; por todo lo que Dios le ha dado y le sigue dando. Es una muestra como Dios tiene en cuenta la gran obra que realizó y sigue realizando hoy Monseñor Felipe Aguirre, con su testimonio y con su entrega de padre, de pastor, de amigo, de maestro, y del hombre que vive con un corazón abierto a todos y para todos.

Bendiciones para Monseñor Felipe Aguirre Franco.

Monseñor Guadalupe Antonio Ruiz Urquín, Obispo de Huautla, Oax.

Este texto forma parte del libro “Monseñor Felipe Aguirre Franco. Buen Pastor de brazos abiertos”, próximo a publicarse, escrito por el Dr. Hilario Laguna C.