DISCURSO OFICIAL CONTRA LA TERCA REALIDAD
Fernando Hinterholzer Diestel
Hace unos días, en Acapulco en el marco de la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, la presidenta Sheinbaum urgió a los gobernadores del país “a tomar de lleno” la responsabilidad de ocuparse de los problemas de seguridad en sus respectivas entidades. El requerimiento resulta adecuado en aquellos estados donde no existe “un Estado de Derecho” o donde los recursos son insuficientes para hacer frente al crimen organizado. El llamado de atención de la mandataria, ha puesto en evidencia problemas mucho más graves: qué ha pasado con aquellos “virreyes estatales” que, lejos de responsabilizarse del mando en temas de seguridad, han preferido ignorar la grave situación que enfrentan sus estados, y dejar que los criminales tomen el poder del territorio, en sus entidades. Casos que ejemplifican lo anterior sobran. Uno de ellos, es el de Evelyn Salgado. Guerrero está sumido en una violencia imparable, pero la atención de la gobernadora parece estar puesta sólo en los preparativos de su boda, más que en la tragedia que a diario afecta a la población. La semana pasada, la violencia en Guerrero cobró otra víctima de alto perfil: el asesinato del magistrado Edmundo Román Pinzón, lo que demuestra que la ola de homicidios en el estado no da tregua. Pasando a lo que sucede en Chiapas, el muy próximo cónsul en Miami, Rutilio Escandón, de quien la verdad no entiendo, después de 6 años de “desgobierno”, que dejaron a Chiapas en el desastre y baño de sangre, el régimen lo premie y haya sido propuesto como cónsul de México, más bien es el exilio dorado, el imberbe Rutilio, no cuenta con ninguna experiencia diplomática en su vida profesional.
Pero Guerrero y Chiapas no son las únicas entidades donde las autoridades parecen estar ausentes de la realidad. En Sinaloa, “el narco-gobernador” Rubén Rocha es otro ejemplo de inacción ante la crisis de seguridad. Durante los últimos tres meses, “el estado está en guerra”, hay una escalada brutal de violencia, con más de 500 asesinatos cometidos. El socio de los narco-carteles (léase el gobernador) no ha sido capaz de tomar medidas eficaces que frenen la lucha de los carteles criminales que se pelean el territorio, después de la extracción del El Mayo Zambada a los EU. La inoperancia del gobierno estatal ante la crisis en Sinaloa no sólo es preocupante, sino que además refleja la falta de un liderazgo real que priorice la vida y la seguridad de los ciudadanos, y aun con la presencia del secretario García Harfuch poco o nada se ha logrado para detener “la guerra interna”, que azota principalmente a Culiacán.
Con el increíble cinismo, propio de la clase política de la 4T, a pesar de las múltiples noticias de violencia e inseguridad que se transmiten de México en todo el mundo, los discursos cotidianos y “mañaneros”, de los políticos afines al régimen, quieren mostrar a México como como “un paraíso de la seguridad, la tranquilidad y la paz”. Mienten con sus palabras y elaboran una falsa narrativa, “de un país donde la inseguridad y la violencia ya están bajo el control absoluto del estado”, donde “la seguridad ha mejorado desde que Morena llegó al poder”, y donde “todos los delitos graves, con excepción de la extorsión, han disminuido” de 2019 a la fecha. De hecho, la Presidenta y su gabinete de seguridad, manejan una visión que les otorga el poder, ya que ninguno de ellos habla de las masacres constantes, de los 11 feminicidios diarios, de los 75 homicidios dolosos que se cometen diariamente desde el pasado 1 de octubre que inició este sexenio. Y ya de las guerras de narcos por territorios en Chiapas, que han provocado desplazamientos forzados de comunidades enteras, o en Sinaloa, donde la vida normal ya no existe por las balaceras, explosiones y enfrentamientos entre los grupos del narcotráfico. “No cabe duda que la seguridad de los mexicanos está mejorando, al menos en el discurso de nuestros complacientes y negligentes funcionarios”. El desafío para García Harfuch y y la presidenta Sheinbaum no solo es contener la violencia en sus formas actuales, sino evitar que siga avanzando hacia modelos más complejos y devastadores. Es necesario reflexionar si las políticas públicas actuales abordan adecuadamente la complejidad de esta crisis. México está listo y necesitado de programas integrales de prevención que actúen en el corto plazo. Ese es justamente, el más grande reto que tenemos en México para la reconstrucción del tejido social.
Desde su campaña, el ahora gobernador de Chiapas, Eduardo Ramírez, se propuso como desafío colosal, el restablecer la paz y la seguridad en una entidad que ha visto cómo sus rezagos ancestrales se profundizan y surgen nuevas amenazas sin que se observe una solución en el corto plazo. Chiapas enfrenta una muy triste realidad: la pobreza que afecta al 80% de su población y se suman el grave atraso educativo, los paupérrimos servicios de salud, el exponencial incremento en la violencia y la creciente influencia del narcotráfico. Los cárteles Jalisco y de Sinaloa, han convertido al estado en su campo de batalla, disputándose el control de la frontera con Guatemala, ruta estratégica para el tráfico de armas, drogas y migrantes. Durante los seis años del “mal gobierno de Rutilio Escandón” Chiapas se transformó, de una entidad relativamente tranquila a una marcada por la zozobra y la inseguridad. El impacto no es sólo local, el desplazamiento forzado de cientos de familias hacia otros estados, incluso hacia Guatemala ha creado una crisis humanitaria que no tiene precedentes.
Ante este trágico y preocupante panorama, los retos para Ramírez no son menores. Sin embargo, los chiapanecos tienen la esperanza de que su administración muestre una diferencia sustancial, respecto a la de sus antecesores, siempre que se cuente con un equipo de profesionales experimentados y que el responsable de la secretaria de seguridad maneje claramente, los conceptos de seguridad pública como de seguridad nacional. El flamante gobernador chiapaneco, quiere implementar una nueva estrategia de seguridad y su reciente encuentro con García Harfuch subraya la importancia de trabajar de forma coordinada y efectiva con la SSPC, la VII Región Militar y la GN, con un enfoque que parece reconocer la magnitud del desafío y la necesidad de un esfuerzo conjunto. “Su Plan Chiapas Transformador” hará énfasis “en el uso de inteligencia y tecnología avanzada para combatir al crimen organizado”. Entre las medidas propuestas destaca la instalación de cámaras ultramodernas con reconocimiento facial, que permitirán identificar y rastrear a quienes cometan delitos. Ramírez tiene por delante un camino complicado, lleno de desafíos que requieren no sólo de buenas intenciones, sino además de acciones concretas y efectivas. Hay la confianza de que logrará cumplir sus promesas en un estado donde la esperanza ha sido muchas veces traicionada con muy malos gobernantes anteriores y donde las soluciones urgen, y ya no pueden esperar más.
ES CUANTO
ADENDDUM: en Chiapas hay un evidente desgaste del tejido social. Lo que tenemos es un movimiento criminal, que se mueve en la sierra y la selva, y que está ocupando cada vez mayores territorios, cooptando a las organizaciones sociales e, incluso, los que fueron durante años territorios del EZLN, se han convertido en espacios de disputa, muy violenta, entre cárteles del crimen organizado, sobre todo entre el Jalisco Nueva Generación, y las dos fracciones de Sinaloa, la del Mayo y la de Los Chapitos, y grupos del Golfo. Cuando la lucha criminal se disfraza de lucha política y también social, los diagnósticos siempre deben ser muy preocupantes.