16 AÑOS SIN BEBER LICOR. TESTIMONIO DE SOBRIEDAD
Carlos Hiram Culebro Sosa
Si se tratara de un candidato a un puesto de elección popular su éxito estaría asegurado, por la cantidad de personas que congregó. Más de 500 individuos adultos y jóvenes de varias partes de la entidad y de distintos estratos sociales, nos reunimos cuando Rafael celebró su aniversario número 16.
El anfitrión de esa ceremonia es una persona adulta que abusó del licor por varios años, se recuperó en Alcohólicos Anónimos y ahora destina buena parte de sus recursos y de su tiempo en hacer llegar el mensaje de AA a quienes aún sufren por su adicción a esas bebidas.
El acto para recordar el XVI año de sobriedad se realizó en el Albergue para la Recuperación del Enfermo Alcohólico que se localiza en la carretera a Villaflores.
Los oradores hablaron de sus propias experiencias con el licor y varios mencionaron el trato que han tenido con el festejado. Intervinieron hombres y mujeres, ministros de dos diferentes religiones y un miembro de la Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos, quien viajó desde la Ciudad de México con el único fin de acudir a esa reunión. En representación de la medicina participó el Dr. Julio Cortés Manjarrez y quien esto escribe.
Alguien dijo que el entusiasmo de Rafael ha sido mal interpretado por algunos miembros de Alcohólicos Anónimos y personas ajenas a esa agrupación, al suponer equivocadamente que es egolatría lo que le lleva a visitar uno y otro grupo “de la doble A”, situación que —subrayó el orador— está muy lejos de la realidad ya que es parte del servicio como consecuencia del alcohólico recuperado.
Con relatos muy emotivos también intervinieron un hermano, un hijo y la esposa de Rafael. El cumpleañero agradeció la presencia de los asistentes, detalló algunos daños que ocasionó en su carrera alcohólica, cómo escuchó el primer mensaje de Alcohólicos Anónimos en el mes de mayo de hace 16 años y la manera en que ha cambiado su vida desde ese entonces. La forma en que recordó su vida pasada y la actual favorecieron el llanto en su madre, y algunas lágrimas en otros familiares.
Una persona que no es miembro de AA se acercó a mí al término de la reunión para decirme: “… mi conclusión de este evento es que Alcohólicos Anónimos sí sirve (bajando el tono de su voz agregó): ojalá y sean varios los de esa agrupación que tengan el entusiasmo de Rafael. Lo que me dijo después ya no lo escuché, ante la sorpresiva intervención de unos mariachis.
A lo antes referido deseo agregar que, al celebrar Rafael su aniversario número 25 de sobriedad me correspondió entregarle, en nombre de la comunidad de Alcohólicos Anónimos, su familia y los asistentes a ese festejo, el tradicional pastel con 25 velitas, lo que constituyó para el suscrito una especial distinción que mucho agradezco, porque aún sin ser miembro de la agrupación de los alcohólicos, adquiero la categoría de “padrino”, por ende, soy la persona en quien Rafael puede apoyarse ante cualquier duda o temor de perder la sobriedad, y poco puedo hacer por quien ha ocupado casi todos los cargos en AA, incluyendo el haber sido candidato para representar a nuestro país en la reunión mundial de esa organización.
La persona que se describe en esta nota es Rafael Solís Narváez, quien lamentablemente falleció en 2021 a los 77 años de edad, después de haber militado 37 años en Alcohólicos Anónimos.
Texto tomado del libro “Las drogas” (3ª. Ed.), del autor de este artículo y reproducido en la edición abril-junio 2025 de la revista Seguidores del Buen Pastor.